La mujer y el manto de Jesús por Daniel Sapia |
Jesús acababa de liberar al endemoniado de Gadara, y vuelto a la otra orilla caminaba junto a la gente que ya comenzaba a agolparse en su derredor. En esos momentos se le acerca un hombre, uno de los principales de la sinagoga llamado Jairo, y le pide al Maestro que fuera a su casa, a ver a su hija que estaba muy enferma, muriendo, a lo cual Jesús accedió. Estando de camino a la casa de Jairo, y ya en medio de una apretada multitud que le acompañaba, una mujer, que padecía desde hacía 12 años una grave enfermedad, se esforzó por alcanzarle, pues estaba convencida de que con sólo tocar Su manto, sería salva de su sufrimiento. Esta fe, esta profunda fe, la llevó a batallar por entre la muchedumbre para cumplir su propósito. Una vez conseguido, al instante sintió su completa sanidad. En ese preciso momento Jesús se detuvo, y dándose vuelta preguntó: -“Quién me ha tocado?”. Sus discípulos le rodeaban, y con innegable tono de sorpresa a causa del tumulto, le responden preguntándole a Jesús "más bien quien NO le había tocado”, ya que la gente era tanta que le apretaban, tornando dificultoso hasta el mismo desplazamiento. Sin embargo Jesús hace una implícita y evidente diferencia entre las muchas veces que la gente le había simplemente “tocado” por el escaso espacio a causa de la muchedumbre con el específico toque de la mujer enferma... “De mi ha salido poder..” -declara Jesús- un Poder divino que no había salido hacia ninguna de las otras tantas personas que le habían tocado-empujado-apretado... ¿Qué hizo la diferencia para que un simple toque recibiera el poder del Señor? ¿Qué hizo la diferencia para que esa mujer fuera especial entre toda la demás que seguía a Jesús? La respuesta es: una Fe genuina en la autoridad y el poder del Hijo de Dios, impulsada por medio de un corazón dispuesto y sediento de Él. Este relato, registrado en la Escritura en Marcos 5:21-34, nos invita a reflexionar acerca de nuestra propia y personal relación con Jesús, de nuestro propio caminar en la fe... Resulta tristemente frecuente comprobar que muchos creen que son "cristianos" simplemente por el hecho de hacer (obrar) determinada cosa. Tal vez incluso supongan serlo por el hecho de asistir a una iglesia. Esto sin dudas es un error. El lugar en donde nos reunimos no nos hace cristianos, como tampoco podemos considerarnos sabios o eruditos por el mero hecho de concurrir a una universidad, o enfermos por concurrir a un hospital. Muchas de las personas de la multitud que seguían a Jesús lo hacían seguramente por simple curiosidad. Otros lo seguían por moda o costumbre. Sin embargo, una mujer de entre esa misma multitud marcó la diferencia, la cual el Espíritu de Dios con toda sabiduría dejó registrada en la Escritura para nuestra edificación espiritual. Esa mujer fue movida por su fe en el Hijo, fe sin la cual es imposible agradar a Dios. Esto hizo la diferencia. Mira y reflexiona acerca de tu caminar en la multitud "cristiana". ¿Sigues a Jesús meramente por curiosidad, o por costumbre, o por tradición, o por dogma, o por religión? No esperes más que pisotones. No esperes nada del Padre celestial si tu temor de Dios es sólo un mandamiento de hombres que te ha sido impuesto (Isaías 29:13) ¿Estás fundado y firme en Jesucristo, la esperanza de gloria (Colosenses 1:21-27)? ¿o sólo formas parte de un movimiento religioso que convoca a "estar cerca" del Cristo, de una multitud que religiosamente se agolpa en derredor de Su nombre, pero que a pesar de esa aparente cercanía no recibe de Su poder vivificante? Tal como imagino que anheló la mujer que tocó Su manto, lo importante no es estar CON Cristo. Lo verdaderamente importante es estar EN Cristo. Esta circunstancia, y no otra, es la que hace la diferencia. Escrito está: "Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí." (Gálatas 2:20) "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es.." (2 Corintios 5:17) "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece." (Filipenses 4:13) "Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús." (Romanos 8:1) "Paz sea con todos vosotros los que estáis en Jesucristo. Amén." (1 Pedro 5:14) ¿Buscas a Jesús para abrazarle y ser uno con Él, con un corazón agradecido y dispuesto a reconocer tus pecados, Su sacrificio redentor, Su autoridad y Su completo Señorío sobre tu vida? Entonces hay Poder de Dios para tu vida. Bendiciones en Cristo Daniel Sapia Diciembre 2005 Publicado en la revista "En la Calle Recta", N°200 Año XXXVIII, Mayo-Junio 2006 Leer la revista completa en formato PDF. |
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