Vino a hablar con Samuel Vila, ya persuadido por la fuerza de la verdad y constreñido por el Espíritu de Dios, ansioso por explicar lo que él mismo había descubierto en las páginas de las Sagradas Escrituras, la Biblia. Había decidido dar el doloroso y peligroso paso (peligroso especialmente en España) de renunciar a su oficio y posición, y sacrificar la fama que se había ganado como catedrático y director de los Institutos Loyola de Barcelona y Tarrasa, para poder ser fiel a la luz que había recibido.
Roma no es la verdadera iglesia Luis Padrosa escribe: "Las razones de mi gran decisión son muchas. Después de vivir cuarenta y tres años como católico romano sincero, quince de intensa preparación eclesiástica, diez como sacerdote y popular orador frente a multitudes, y veintitrés de vida religiosa en la orden jesuita, he llegado a la convicción de que la Iglesia Católica Romana no es la verdadera iglesia de Cristo Jesús. Trece años de intenso estudio de apologético me han traído a esta inquebrantable convicción. Conozco los argumentos de ambos lados, los he analizado a todos. Tomé las Sagradas Escrituras y comencé a buscar, pero ¿dónde estaba la infalibilidad papas? No la pude encontrar en ninguna parte. ¿Dónde estaba todo lo referente al ayuno eucarístico ... y la misa? ¿Dónde estaba todo? No lo pude encontrar. Cuanto más estudiaba, más veía que el cristianismo es una cosa y el catolicismo romano otra completamente distinta. Cuanto más estudiaba las Escrituras, más me convencía de esta verdad. En el catolicismo romano se presenta a Jesús como un fósil, un cuerpo muerto, un hombre clavado en la cruz, pero muerto, no vivo. Por eso la iglesia no logra que un católico ame a Jesús, y si no hay amor, no hay posible salvación, no importa cuántas misas, escapularios, medallas, novenas e imágenes uno tenga. Es inútil a menos que haya una fe y un amor sinceros, y no puede haber tal amor a menos que el hombre vea a Cristo vivo, con su sacrificio terminado. En el catolicismo romano la salvación depende de uno mismo, de decir muchos rezos, de usar escapularios, de la devoción a la Virgen, de tomar la comunión. Por todo esto y otras cosas llegué a ver que la doctrina católica no puede ser verdad. Si solamente supieran por lo que yo pasé, es algo muy grave.
Católicos Romanos atormentados Uno se encuentra enfrentado a su tradición de toda la vida, a su ambiente nativo, a su familia, parientes y amigos, todos los cuales dirán una de dos cosas (o ambas) porque no tienen otra explicación para quien deja la Iglesia Católica por el cristianismo: se ha vuelto loco, o se ha enamorado. Si solamente supieran la tortura de alma que sufren los católicos romanos. Personas que van a misa todos los días y asisten permanentemente a las iglesias católicas romanas, viven con el alma atormentada, diciéndose a sí mismas: ¿Seré salvo o no? ¿Me confesé bien o no? No tienen paz. ¿Es esto la verdadera religión? ¿Qué es todo esto? ¿En qué parte de los Evangelios encontramos este método para torturar al pecador? ¿Cuánto atormentaron con sus preguntas Jesús o sus apóstoles al pecador? Qué maravilla saber en el corazón que Jesucristo nuestro Señor nos ha redimido, ¡qué somos salvos por gracia! ¿Acaso Pablo no dice: "No desecho la gracia de Dios; "pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Jesús" (Gálatas 2:21). La salvación del hombre depende solamente de Jesucristo, nuestro divino Redentor.
Jesús es el verdadero camino Él es el camino. Jesús nunca dijo que el camino era la iglesia. sino 'Yo soy el camino, y la verdad, y la vida...' (Juan 14:6). Por otra parte, la Iglesia Católica quiere ser ella misma el camino y ser la dueña de la Verdad, para poder modificarla a voluntad. Para lograrlo, ha puesto al clero en lugar de Jesucristo y a la iglesia en lugar de la Biblia. Puedo ofrecer una sencilla palabra de consejo a quien quiera conocer la verdad: lea con toda la frecuencia posible los Evangelios y las Epístolas que están en el Nuevo Testamento. Allí podrá ver qué debe creer y practicar quien desee ser cristiano: "...Porque también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición" (Mateo 15:3). "...bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres" (Mateo 15: 7-9). Entonces, dejemos a los hombres y escuchemos al Señor Jesús, porque solamente Él tiene palabras de vida eterna. "De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación mas ha pasado de muerte a vida" (Juan 5:24). Testimonio extraído del libro "Lejos de Roma, Cerca de Dios" - Editorial Portavoz - páginas 347 a 349
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Daniel Sapia - "Conoceréis la Verdad"
Apologética Cristiana - ® desde Junio 2000
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