Exaltación de María en el Catolicismo Romano
Breve Reflexión
por Daniel Sapia
 
(Los textos del Catecismo Católico se escribirán en AZUL, los textos Bíblicos en ROJO)


La Iglesia Católica Romana le adjudica a la virgen María prerrogativas y atributos que las Sagradas Escrituras ni mencionan ni respaldan. Estas prerrogativas, lejos de ser necesarias como parte de la Obra Redentora de Cristo, adjudican a María un “aire místico” que predispone al fiel a que le rinda y tribute honores y culto de veneración a una criatura, induciéndolo a que cambie, consciente o inconscientemente, la Verdad de Dios por la mentira (según palabras del apóstol Pablo)

"... habían colocado la mentira en el lugar de la verdad de Dios, dando culto y sirviendo a las criaturas en lugar de adorar al Creador, solamente el cual es digno de ser bendito por todos los siglos. Amén." (Romanos 1:25 [1])

Porque si la Iglesia Católica no pretende “inducir a nada” a sus fieles, yo pregunto: Si los tales atributos no son parte necesaria del Evangelio de la gracia de Dios en el Sacrificio expiatorio de Jesucristo... ¿Por qué motivo la Iglesia Católica les da tanta importancia y las enseña y las defiende con tanto ahínco? ¿Con qué fin?

 

La Inmaculada Concepción (CIC Nº490/493 [2]) y la Asunción corporal al cielo (CIC Nº966 [3]) son dogmas de fe promulgados por los Romanos Pontífices (con bases sorprendentes... Pero ese es otro tema), y junto con la Virginidad Perpetua (Aeiparthenos –CIC Nº499-[4]) son enseñados por la Iglesia Católica Romana como obligatorios para ser creídos por quienes deseen pertenecer a su feligresía (CIC Nº 88 [5]). Si dichos atributos ni afectan ni son necesarios EN ABSOLUTO para garantizar la eficacia de la Obra Redentora de Cristo, entonces no existe otro motivo al proponerlos que el de querer elevar a la figura de María a una posición de culto, de reverencia, de honor, de veneración, que como criatura de Dios, y según la misma Escritura (Romanos 1:25) nunca debió recibir.

Si se le pregunta a cualquier fiel católico si “adora a la Virgen”, la respuesta más segura será: “por supuesto que NO”. Y está bien que él, según su entender, responda negativamente. Es probable que este fiel entienda que “adorar a la Virgen” es como aceptar entonces que Dios no tiene el primer lugar en su corazón, cosa que estaría mal según su Iglesia le debe haber enseñado. Por eso, más allá de toda expresión espiritual de culto que le realice a la Virgen (por exagerada que sea), de ninguna manera entenderá que ESO significa adorarla (aunque lo haga no precisamente por entender la diferencia)

Simultáneamente (o no), otros responderán negativamente porque entenderán que “adorar otros dioses” en nada aplica al inofensivo amor reverente por la Santísima Virgen, imaginándose que quienes “adoren otros dioses”, pues, se postran sobre sus rodillas y con los brazos estirados y las palmas hacia el piso hacen rítmicos movimientos ascendentes y descendentes, al mejor estilo dios brujo africano... Y, por supuesto, no es el caso de quienes veneran y dan culto a la Virgen, con sus rezos, sus velas, sus caminatas de rodillas hasta los pies de la propia estatua (lo he visto con mis propios ojos en el “santuario” de la Virgen de Pompeya, donde una señora de avanzada edad –abuela seguro- hacía malabarismos para subir una escalera de rodillas, con una vela encendida en cada mano), sus procesiones cargando una estatua en sus hombros mientras otros le arrojan flores, etc.

Sin embargo, no tienen que darse estas (a veces extremas) expresiones EXTERNAS para definir al culto a la Santísima Virgen como contrario a la Voluntad de Dios. Porque existe idolatría desde el mismo momento en que se deposita la fe y esperanza de anhelos espirituales sobrenaturales en algo o alguien diferente a Dios mismo.

Aclaro especialmente lo de “anhelos espirituales sobrenaturales” porque no sería raro que algunas personas consideraran adecuado decir que tal definición es “falsa”, sustentando su opinión en que NO ES IDOLATRIA tener la esperanza de que el autobús venga rápido para no llegar tarde al trabajo o tener la esperanza de que la torta que cociné me haya salido rica. Y por supuesto que esto no es idolatría. Ahora, pedírselo a Santa Gumersinda, “Patrona de las cocineras” es diferente... Depositar la esperanza sobre algo “natural”, como la buena organización de la línea de ómnibus y el cumplimiento de sus horarios, o la buena reputación de cocinera de quien me diera los ingredientes para hacer la torta es diferente a depositar la esperanza en algo “sobrenatural”, como es invocar el auxilio de un espíritu (o como deseen denominar a quien ya no está vivo en cuerpo en la tierra).

Si damos culto o veneramos a una criatura, sea en el momento que sea y por las circunstancias que sean (por un favor recibido gracias a la supuesta intercesión sobrenatural de esa criatura, o porque nos han enseñado que es nuestra “madre espiritual”, o por lo que sea..), en lugar de al Dios Creador, no estamos en la Verdad, sino que la hemos cambiado por la mentira. (Romanos 1:25)

La Iglesia Católica enseña y defiende la Virginidad Perpetua de María (CIC Nº499 y 510
[6]). La Biblia ni la menciona, e inclusive la contradice (Mt 1:25, 12:46; Mr 3:31; Lc 8:19; etc.). No con poca dificultad y con manifiestos malabarismos bíblicos suponen que justifican dicho dogma. ¿Con que fin? ¿Es importante para la Obra Redentora de Cristo? Por supuesto que no. Entonces, es evidente que los intereses de la Jerarquía católica son otros.

La Iglesia Católica enseña y defiende la Inmaculada Concepción de María (CIC Nº490, definida por SS. Pío IX en 1854). La Biblia ni la menciona e inclusive la contradice (Lc 1:46-47; Ro 3:23; 3:9-10; 5:12). Como en muchas otras ocasiones el Magisterio católico ha buscado la referencia bíblica que pueda autenticar canónicamente su dogma de fe, y en esta oportunidad, de manera sorprendente y descarada, y de una manifiesta falta de respeto por las almas que dice pastorear, el Catecismo Nº 492 utiliza Efesios 1:3-4 para sustentar la “Inmaculada Concepción de María”, cuando el apóstol Pablo, se refiere en ese texto a TODOS los hijos de Dios, al dirigirse a ...los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso. Veamos:

Dice el Catecismo Nº492:

“Esta "resplandeciente santidad del todo singular" de la que ella (María) fue "enriquecida desde el primer instante de su concepción" (LG 56), le viene toda entera de Cristo: ella es "redimida de la manera más sublime en atención a los méritos de su Hijo" (LG 53). El Padre la ha "bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo" (Ef 1, 3) más que a ninguna otra persona creada. El la ha elegido en él antes de la creación del mundo para ser santa e inmaculada en su presencia, en el amor (Ef 1, 4).”
 

Ahora leamos Efesios capítulo 1:

1. Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso: 2. Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. 3. Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4. según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5. en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6. para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7. en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia..” (Efesios 1:1-7)

Tal vez alguien argumente que esto también incluye a María. Y por supuesto que la incluye. Pero el texto no expresa que es una prerrogativa exclusiva de ella , como interpretaría quien solo leyera el pícaro texto del Catecismo 492. Y digo “pícaro” porque en dicho párrafo la Iglesia católica deja deslizar, en medio de las referencias bíblicas, un casi imperceptible “...más que a ninguna otra persona creada..”, concepto totalmente ajeno a las palabras del apóstol Pablo.

¿Cuántos honestos lectores del Catecismo católico cotejarán el referido versículo (Ef. 1:3-4) en sus Biblias? ¿y cuántos de los que lo leen buscarán el verdadero sentido de las palabras del apóstol en lugar de conformarse con una rápida “justificación” a lo que el Magisterio pretende referir?

Esto es, lisa y llanamente, manipulación del texto bíblico
[7]. Invito a quien considere que esto no es así a que me envíe su comentario, el cual será expuesto en esta misma reflexión (invitación vigente desde el 27/06/2002).


Volviendo al tema ...

La Iglesia Católica enseña y defiende la Inmaculada Concepción de María (CIC Nº 490, definida por SS. Pío IX en 1854) ¿Con que fin? ¿Es importante para la Obra Redentora de Cristo? Por supuesto que no. Entonces, es evidente que los intereses de la Jerarquía católica son otros.

La Iglesia Católica enseña y defiende la Asunción de María en cuerpo a los cielos (CIC Nº 966, donde se la entrona nada menos que como “Reina del universo”
[8]). Es sorprendente que si esto sucedió mientras María vivía con el apóstol Juan, éste ignorara por completo dicha asunción y todo lo que rodeara tan especial acontecimiento. Lo más sorprendente aún, en contraste con las especiales circunstancias con la que la Iglesia católica adorna a la muerte de María, es que el apóstol Juan ni siquiera menciona la simple crónica de esa muerte. De haber sido cierto ¿cómo podría el apóstol haber ignorado tan místico acontecimiento? Al no encontrar sustento ni en la Escritura ni en los escritos patrísticos, SS Pío XII no tuvo mejor idea que sustentarse en una ENCUESTA POPULAR para decretarla infaliblemente. ¿Con que fin? ¿Es la asunción de María relevante para la consumación de la Obra Redentora de Cristo? Por supuesto que no. Entonces, es evidente que los intereses de la Jerarquía católica son otros.
 

Aura Místico

Ahora bien, el fiel católico entiende que él no adora a María, porque eso le han enseñado. Sin embargo la Iglesia se ufana en rodear a la figura de la bienaventurada virgen hebrea, madre del Señor, con un aura místico propicio para que pueda ser no sólo hasta “natural” sino un deber el rendirle tributo y culto de veneración.

- « Santísima » (CIC 975)
- « Inmaculada – sin pecado » (CIC 490/494)
- « Asunta en cuerpo »
(CIC 966, 974)
- « Virgen Perpetua »
(CIC 499)
- « Modelo de la fe y la caridad »
(CIC 967)
- « Miembro muy eminente de la Iglesia »
(CIC 967)
- « constituye "la figura" de la Iglesia »
(CIC 967)
- «
Reina del Universo »
(CIC 966)
- « Honrada con culto especial »
(CIC 971)
- « Madre de Dios »
(CIC 971)
-
« Abogada » (CIC 969)
- « Auxiliadora »
(CIC 969)
- « Socorro »
(CIC 969)
- «
Mediadora »
(CIC 969)
- « T
rono de la Sabiduría »
(CIC 721
[9])
- « Nuestra Madre »
(CIC 2677)
- « Nueva Eva » (CIC 975)
- « Madre de la Iglesia »
(CIC 975, 963),
etc.

Ninguno de
estos títulos
o atributos
figura en las
Sagradas Escrituras

Consideremos, como ejemplo, el siguiente texto del Catecismo (para el cual no han encontrado referencias bíblicas)
 

"La Iglesia en la Santísima Virgen llegó ya a la perfección, sin mancha ni arruga. En cambio, los creyentes se esfuerzan todavía en vencer el pecado para crecer en la santidad. Por eso dirigen sus ojos a María" (LG 65): en ella, la Iglesia es ya enteramente santa...” (Catecismo Nº 829)
 

Huelgan los comentarios..

En esta misma línea, la Iglesia pregona la conveniencia de acudir a “la Virgen, ya que su “corazón de madre amorosa (dicen) "..no podrá resistirse a satisfacer nuestros ruegos...”, ni Jesús se “resistirá” a conceder "lo que Su propia madre le pida en intercesión..." No por nada Satanás ha sido definido por el Señor como “padre de mentiras” (Juan 8:44).

Dice TEXTUALMENTE el propio Catecismo católico:

”... Hay idolatría desde que el hombre honra y reverencia a una criatura en lugar de Dios...”
Catecismo N°2113


María es una criatura de Dios, honrada y reverenciada por el pueblo católico. El carácter transitivo = Hombre a María y María a Dios por ende Hombre a Dios, con el cual se argumenta la no transgresión de la Voluntad de Dios de Romanos 1:25, no aplica en este caso, porque la Biblia NUNCA EN NINGÚN LADO justifica POR NINGUNA CAUSA ni por NINGÚN MOTIVO dar honra y reverencia ESPIRITUAL a NINGUNA CRIATURA; honra y culto espiritual del cual sólo Dios es digno.

Escrito está:

“Al otro día entraron en Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo convocado a sus parientes y amigos más íntimos. Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró. Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre..” (Hechos 10:24-26)

 

Conclusión

Esto que aquí ha sido expuesto jamás ha tenido la intención de menospreciar la fe del honesto fiel católico, ni mucho menos el pretender ofender o menospreciar a nuestra amada y bienaventurada María, madre de nuestro Señor. Las bases de nuestra fe son algo sumamente trascendente e importante como para dejarlas libradas a suposiciones, pareceres, filosofías místicas o tradiciones incomprobables. Sin siquiera sospecharlo podríamos estar siguiendo caminos desagradables a Dios, aún incluso a través de actitudes y prácticas aparentemente rebosantes de "religiosidad".

Alguien que será juzgado tiene todo el derecho de considerarse "inocente"; no obstante la única opinión válida será la de Aquél que posee el poder, cuando llegue el momento, de condenar o absolver. El justo Juez YA NOS HA HABLADO en Su Palabra. Cada cual es libre de creerle y obedecerle, o de presumir de inocencia hasta el Día del Señor, en donde el mundo será juzgado con perfecta Justicia.

Es mi anhelo profundo que lo expuesto sirva de reflexión para edificación espiritual en Cristo, permitiéndonos comprender que las prácticas idolátricas están más cerca del corazón de lo que muchos suponen.
 

"... habían colocado la mentira en el lugar de la verdad de Dios, dando culto y sirviendo a las criaturas en lugar de adorar al Creador, solamente el cual es digno de ser bendito por todos los siglos. Amén."
(Romanos 1:25)

 

"¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?

 (Los dos cimientos - Lucas 6:46-49) 

 

Que Dios te bendiga

Daniel Sapia

 


Referencias

[1] Texto tomado de "La Sagrada Biblia", traducción católica de don Félix Torres Amat, en base al texto de la Vulgata latina de San Jerónimo, declarada "traducción oficial" de la Iglesia de Roma en el Concilio de Trento.

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[2]  La Inmaculada Concepción: Para ser la Madre del Salvador, María fue "dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante" (LG 56). El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como "llena de gracia" (Lc 1, 28). En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente poseída por la gracia de Dios (CIC 490) A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María "llena de gracia" por Dios (Lc 1, 28) había sido redimida desde su concepción. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX: ... la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano (DS 2803) (CIC 491) Esta "resplandeciente santidad del todo singular" de la que ella fue "enriquecida desde el primer instante de su concepción" (LG 56), le viene toda entera de Cristo: ella es "redimida de la manera más sublime en atención a los méritos de su Hijo" (LG 53). El Padre la ha "bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo" (Ef 1, 3) más que a ninguna otra persona creada. El la ha elegido en él antes de la creación del mundo para ser santa e inmaculada en su presencia, en el amor (cf. Ef 1, 4). (CIC 492) Los Padres de la tradición oriental llaman a la Madre de Dios "la Toda Santa" ("Panagia"), la celebran como inmune de toda mancha de pecado y como plasmada por el Espíritu Santo y hecha una nueva criatura" (LG 56). Por la gracia de Dios, María ha permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida. (CIC 493)

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[3]  ...también en su Asunción... Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del cielo y elevada al trono por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los Señores y vencedor del pecado y de la muerte" (LG 59; cf. la proclamación del dogma de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María por el Papa Pío XII en 1950: DS 3903). (CIC 966)

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[4]  María, "la Siempre Virgen" La profundización de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de María (cf. DS 427) incluso en el parto del Hijo de Dios hecho hombre (cf. DS 291; 294; 442; 503; 571; 1880). En efecto, el nacimiento de Cristo "lejos de disminuir consagró la integridad virginal" de su madre (LG 57). La liturgia de la Iglesia celebra a María como la "Aeiparthenos", la "siempre-virgen" (cf. LG 52).. (CIC 499)

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[5]  El Magisterio de la Iglesia ejerce plenamente la autoridad que tiene de Cristo cuando define dogmas, es decir, cuando propone, de una forma que obliga al pueblo cristiano a una adhesión irrevocable de fe, verdades contenidas en la Revelación divina o también cuando propone de manera definitiva verdades que tienen con ellas un vínculo necesario. (CIC 88)

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[6]  María "fue Virgen al concebir a su Hijo, Virgen al parir, Virgen durante el embarazo, Virgen después del parto, Virgen siempre" (S. Agustín, serm. 186, 1): Ella, con todo su ser, es "la esclava del Señor" (Lc 1, 38). (CIC 510)

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[7]  Sin embargo, solemnemente en el Catecismo católico se enseña que: "Todo lo dicho sobre la interpretación de la Escritura queda sometido al juicio definitivo de la Iglesia, que recibió de Dios el encargo y el oficio de conservar e interpretar la palabra de Dios (DV 12,3)." (CIC 119)

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[8]  Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del cielo y elevada al trono por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los Señores y vencedor del pecado y de la muerte" (LG 59; cf. la proclamación del dogma de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María por el Papa Pío XII en 1950: DS 3903). La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos (CIC 966)

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[9]  María, la Santísima Madre de Dios, la siempre Virgen, es la obra maestra de la Misión del Hijo y del Espíritu Santo en la Plenitud de los tiempos. Por primera vez en el designio de Salvación y porque su Espíritu la ha preparado, el Padre encuentra la Morada en donde su Hijo y su Espíritu pueden habitar entre los hombres. Por ello, los más bellos textos sobre la sabiduría, la tradición de la Iglesia los ha entendido frecuentemente con relación a María (cf. Pr 8, 1-9, 6; Si 24): María es cantada y representada en la Liturgia como el trono de la "Sabiduría". (CIC 721)

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Daniel Sapia - "Conoceréis la Verdad"

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