INFLUENCIA MISTERIOSA un virus extraño autor desconocido |
No le tomas importancia, pero el domingo oyes otra noticia en la radio diciendo que no son tres personas sino 30.000 las que han sido afectadas en las colinas remotas de esta área de India, y sale en las noticias en la televisión esa noche. Gente del Control de Enfermedades de E.E.U.U. va para allá a investigarlo, porque es una enfermedad muy extraña y misteriosa. El lunes cuando te despiertas ya es la noticia más importante en la primera página del periódico. Ya no solo está en la India, sino en Pakistán, Afganistán e Irán, y la noticia está en todos los noticieros del mundo. Le están llamando la “influencia misteriosa”. El presidente ha hecho declaraciones manifestando que él y todos están orando y esperando que todo vaya bien por allá. Pero todos se están preguntando ¿Qué es lo que haremos? (Hechos 2:37-38). ¿Qué provocó esto? ¿Cómo se inició? (1° Corintios 15:21-22) y ¿cómo vamos a controlarlo?. Entonces el presidente de Francia hace una declaración que sorprende a toda Europa: “-Quedan cerradas todas sus fronteras. No habrá mas vuelos a Francia provenientes de India, Pakistán o cualquier otro país donde se haya reportado la enfermedad.” Por la noche, antes de acostarte miras el noticiero y te enteras de las últimas novedades. No lo puedes creer, te enteras de las declaraciones del presidente francés y con estupor oyes la traducción de una mujer llorando en Francia diciendo: “-Hay un hombre en un hospital en París muriendo de la influencia misteriosa.” Ha llegado a Europa. Hay pánico. La mejor información dice que cuando lo tienes no te das cuenta de que lo tienes desde hace una semana, y luego tienes cuatro días de síntomas horribles, para morir inevitablemente. Inglaterra ha cerrado sus fronteras, pero es demasiado tarde... ya se han presentado casos en South Hampton Es el martes en la mañana cuando el presidente de los EEUU declara: “-Debido al riesgo a la seguridad nacional, todos los vuelos de Europa y Asia han sido cancelados”. “Si tienen seres queridos en el extranjero, lo siento. No pueden regresar hasta que encontremos una cura para la enfermedad”. En los siguientes días hay pánico en todo el mundo y todos tienen miedo. Gente está vendiendo máscaras para tu cara. La gente está contemplando qué hará si llega la enfermedad al país. El miércoles en la noche se comienza una cadena especial de oración mundial para pedir por una cura, cuando alguien en tu iglesia entra corriendo y diciendo: “-¡¡Prendan la radio, prendan la radio!!”. Y mientras que todos escuchan la radio se oye la noticia: “-Dos mujeres están en un hospital del Nueva York muriendo de la influencia misteriosa...”. En horas parece que la cosa invade todo el país. Los científicos están trabajando sin parar para encontrar un antídoto, pero nada está funcionando. California, Oregon, Arizona, florida, Texas. Esta cosa está invadiendo por todas las fronteras. Ha llegado a América y se extiende rápidamente sin poderlo detener. La muerte es inevitable. Esto parece el fin de la humanidad. Y de repente, viene la noticia que todos han esperado: “-Se ha descifrado el código de ADN del virus. Se puede hacer un antídoto. Va a requerir la sangre de alguien que no haya sido infectado”. De hecho, en todo el centro del país por los medios de emergencia que han estado trabajando tanto, a todos se les pide una sola cosa: “-Que vayan al hospital central de la ciudad para que les hagan un examen de sangre. Eso es todo lo que pedimos”. Todos están ahí esperando fuera del hospital con sus familiares, amigos y vecinos preguntándose lo que está pasando, y que si esto es el fin del mundo. De pronto, un médico sale del hospital gritando “un nombre” que ha leído de su libreta ¿¿Qué dice?? Y vuelve a gritar el mismo nombre. (Hechos 4:12) Tu pequeño hijo te sujeta la chaqueta y dice: “-¡Papi, ese es mi nombre!”. Antes de que puedas reaccionar han agarrado a tu hijo. Gritas: “-Oigan, esperen! Y ellos te contestan, “-Todo está bien, su sangre está limpia. Su sangre es pura. Creemos que él tiene el tipo de sangre correcta”. (Colosenses 1:15-23, Hebreos 9:14-15). Cinco largos minutos después salen los doctores y enfermeras llorando, abrazándose y hasta algunos sonriendo. Es la primera vez que has visto sonreír en una semana. Un doctor de edad avanzada se acerca a ti y te dice: “-Gracias, señor, la sangre de su hijo es perfecta. Está limpia, pura y podemos hacer un antídoto contra la influencia misteriosa”. El rumor empieza a correr por todos lados, y todos están gritando, rezando, riendo y llorando de felicidad. Pero en eso, el doctor se acerca nuevamente a ti y a tu esposa y te dice: “-¿Podemos conversar en privado un momento?”. “-... No sabíamos que el donante sería un niño y necesitamos que firmen este formato para darnos permiso de usar su sangre”. Empiezas a firmar el permiso ciando te das cuenta de que no han completado el ítem donde figura la cantidad de sangre que necesitan tomar. “-Un momento, pues, ¿Cuánta sangre de mi hijo extraerán?”. Eso es cuando la sonrisa del doctor desaparece y contesta: “-No pensábamos que iba a ser un niño. Lo siento, no estábamos preparados. La necesitamos TODA”. No lo puedes creer y tratas de contestar, “Pero.. pero...”. El doctor te sigue insistiendo: “-Usted no entiende. Estamos hablando de la salvación del mundo entero. Por favor firme”. Preguntas “-¿Pero por qué no le pueden dar una transfusión de sangre?”. Viene la respuesta: “-si tuviéramos sangre limpia podríamos, pero la realidad es que sólo su hijo puede salvar a la humanidad. No hay nadie mas, sólo él. ¿Firmará? Por favor, firme. Es la única salida”. En silencio, partida tu alma en pedazos y sin poder sentir los mismos dedos que tienen la pluma en la mano, lo firmas... Te preguntan: “¿Desean estar un momento con su hijo antes de que empecemos?”. ¿Puedes ver a tu hijo? ¿Puedes caminar hacia esa sala de emergencia donde tu hijo está sentado en la cama diciendo: “¿Papá? ¿Mamá? ¿Qué está pasando?”. Tomas su mano y le dices, “Hijo, tu mamá y yo te amamos, y nunca dejaríamos que te pasara algo que no tuviese que ser. ¿Comprendes eso?”. Y cuando ese doctor regresa y te dice: “-Lo siento. Necesitamos empezar. La gente en todo el mundo está muriendo. ¿Se pueden retirar?”. Le das la espalda a tu hijo y lo dejas ahí mientras te dice, “¿Papá? ¿Por qué me han dejado?” (Marcos 15:34)
La
siguiente semana se lleva a cabo una ceremonia para honrar a tu hijo que
salvó al mundo entero. Algunas gentes se quedan dormidas en las casas,
otros no vienen porque prefieren ir a una fiesta o a ver un partido de fútbol,
y otros vienen a la ceremonia sólo para cumplir con el compromiso
fingiendo que les importa.
“MI UNICO HIJO MURIO POR USTEDES. ¿¿ES QUE NO LES IMPORTA??”.
¿Cuál hubiera sido nuestra actitud ante una situación semejante? Creo que ni siquiera queremos pensar en considerarlo. Es incomprensible tratar de entender el amor de Dios por nosotros al punto de dar su único hijo en sacrificio. Obviamente
lo arriba escrito es un cuento con un triste final, pero ciertamente hay
un hecho real y eterno que, aunque doloroso, tiene un final victorioso:
Cristo no está muerto, está VIVO. Dios el Padre dio a su único
Hijo por salvarnos a nosotros. Jesús resucitó y venció a la muerte. Él
murió por nosotros y tiene todos los derechos. Pablo dijo: “Ya no
vivo yo sino Cristo vive en mi...”.
“Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para
que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el
mundo sea salvo por Él. El que en Él cree, no es condenado; pero el que
no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el unigénito Hijo
de Dios.” “Haya pues en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. POR LO CUAL DIOS TAMBIEN LO EXALTO HASTA LO SUMO, Y LE CONFIRIO EL NOMBRE QUE ES SOBRE TODO NOMBRE, PARA QUE, AL NOMBRE DE JESÚS, SE DOBLE TODA RODILLA DE LOS QUE ESTAN EN EL CIELO, Y EN LA TIERRA, Y DEBAJO DE LA TIERRA, Y TODA LENGUA CONFIESE QUE JESUCRISTO ES EL SEÑOR, PARA GLORIA DE DIOS PADRE.” (Filipenses 2:5-11) “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo...” (Apocalipsis 3:20) “El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.” (Apocalipsis )
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Daniel Sapia - "Conoceréis la Verdad"
Apologética Cristiana - ® desde Junio 2000
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