Esta designación a veces se reducía a "la Ley y los Profetas",
como se encuentra en Mt 5.17, y aún más simplemente a "la Ley"
(cf. Jn 10.34).
Partiendo del uso del NT, ha sido común entre los cristianos referirse a
toda la Biblia con el nombre de "las Sagradas Escrituras",
"la Sagrada Escritura", o simplemente "las Escrituras" o
"la Escritura" (cf. Mt 21.42; Jn 5.39; Ro 1.2). Con frecuencia ,
el término "la Escritura" se refiere a un pasaje concreto (cf. Mc
12.10; Jn 19.24).
Los
términos Antiguo y Nuevo Testamento, como nombres de estos
escritos, solo empezaron a usarse entre los cristianos a fines del siglo II
d.C., aunque tiene su base en textos como 1 Co 3.14. La palabra
"testamento" designa, en este caso, la alianza o pacto entre Dios
y su pueblo, y hace referencia a la primera alianza hecha por Dios con el
pueblo de Israel (cf. Ex 24.8; Sal 106.45) y a la nueva alianza anunciada
por los profetas y sellada con la sangre de Jesucristo (cf. Jer 31.31–34;
Mt 26.28; Heb 10.29).
Materiales
usados en su preparación
1. Material
de ESCRITURA:
1.1
PAPIRO:
El hecho de que
no se hayan podido recobrar muchos de los manuscritos antiguos (un
manuscrito es una copia a mano de la Escritura), se debe básicamente a los
materiables perecibles empleados para escribir.
El material de escritura más comun de la antigüedad fue el papiro, que se
hacía de la planta denominada "papiro".Esta
caña crecía en los lugares poco profundos de los lagos y rios de Egipto y
de Siria. Desde el puerto sirio de Biblos se embarcaban grandes cargamentos
de papiro. Se supone que la palabra griega para libros (Biblos) proviene del
nombre de este puerto. El fragmento más antiguo de papiro que se conoce
data de 2400 a.C. (Harold 1. Greenlee, Introduction to New Testament
Textual Criticism, William B. Eerdmans Publishing Company, derechos
reservados 1964)
Los
primeros manuscritos se hicieron en papiro y habría sido difícil que
sobrevivieran excepto en zonas secas tales como las arenas de Egipto o en
cavernas similares a las de Qumran, en donde se descubrieron los rollos del
Mar Muerto.
El papiro estaba en pleno uso hasta alrededor del tercer siglo d.C.
1.2
PERGAMINO:
Este
era el nombre que se daba a las "pieles curtidas de ovejas, cabras, antílopes,
y otras animales." Estas pieles eran desprovistas del pelo y se las
rasqueteaba, con el fin de producir un material de escribir más durable.
F.F. Bruce escribe que "la palabra 'pergamino' proviene del nombre de
la ciudad de Pérgarno, en Asia Menor, pues la producción de este material
de escritura estuvo asociada durante algún tiempo con aquel lugar."
1.3
VITELA:
Era
el nombre que se le daba al cuero de ternero. A menudo la vitela se teñía
de color púrpura. Algunos de los manuscritos que se conservan en la
actualidad son de vitela púrpura. la escritura sobre vitela teñida era
generalmente de color dorado o plateado. Harold
Greenice dice que los más antiguos rollos de cuero datan de alrededor del
1500 a.C.
Valor
religioso de La Biblia
Aunque
la Biblia es indudablemente una de las colecciones literarias más preciosas
de la humanidad, no está principalmente en esto su valor. Tanto para el
pueblo de Israel como para la iglesia cristiana, la Biblia tiene, ante todo,
un valor religioso especial. Es el libro sagrado por excelencia.
La
ley se presenta como una ordenación divina (cf. Ex 20; Sal 119); los
profetas tienen la conciencia de estar comunicando mensajes de parte de Dios
(cf. Is 6; Jer 1.2; Ez 2–3); y la misma sabiduría tiene su origen en Dios
(cf. Pr 8.22–31).
Este
valor aparece claramente expresado no solo en el nombre de "Sagradas
Escrituras" mencionado antes, sino en la manera como Jesús y los
autores del NT se refieren a estos escritos. Se dice que Dios habla por
medio de los profetas o de los otros libros (cf. Mt 1.22; 2.15; Ro 1.2; 1 Co
9.9); los profetas aparecen como aquellos por medio de los cuales "se
dice" o "se anuncia" algo, una manera hebrea de decir que es
Dios quien lo dice o anuncia (cf. Mt 2.17; 3.3; 4.14); la autoridad de las
Escrituras aparece indiscutida (cf. Mt 5.17–18; Jn 10.35; Hch 23.5); las
Escrituras se relacionan especialmente con la acción del Espíritu Santo
(Hch 1.16; 28.25).
Como
expresión de la convicción cristiana común acerca del origen y valor de
las Escrituras, se puede citar 2 Ti 3.15–17: "Recuerda que desde
niño conoces las Sagradas Escrituras, que pueden instruirte y llevarte a la
salvación por medio de la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura está
inspirada por Dios y útil para enseñar y reprender, para corregir y educar
en una vida de rectitud, para que el hombre de Dios esté capacitado y
completamente preparado para hacer toda clase de bien." Véase
igualmente 2 P 1.19–21.
Es
patrimonio común de todos los cristianos reconocer esta autoridad especial
de la Biblia, aceptarla como Palabra de Dios, como conjunto de libros
escritos por inspiración del Espíritu Santo, y considerarla como fuente
inagotable de luz, orientación, ánimo, esperanza y estímulo para la vida
de cada persona y de las comunidades.
Al
reconocer que los libros de la Biblia tienen origen Divino y autoridad
especial, no se niega que tengan también autores humanos, que deban
considerarse como verdaderos autores de sus escritos, tal como lo expresan
ellos mismos en diversos lugares (cf. Ec 1.13; Lc 1.1–4; 1 Co 15.21; Gl
6.11). Por esta razón se encuentra en la Biblia tanta variedad de lenguas,
de estilos, de géneros literarios, de concepciones culturales y de puntos
de vista teológicos.
ANTIGUO TESTAMENTO
Antiguo
Testamento es el nombre dado por los
cristianos a las escrituras sagradas del pueblo de Israel.
Esas escrituras son un conjunto de libros muy variados desde todo punto de
vista: literario, histórico, teológico.
Teniendo en cuenta los usos de las épocas antiguas, se puede suponer que
los libros del AT se escribieron en rollos de pergamino o papiro (cf. Jer
36). Sin embargo, ninguno de los manuscritos autógrafos ha llegado hasta
nosotros, lo que es un hecho común a toda la literatura antigua. El texto
se ha transmitido hasta nuestros días a través de las copias hechas a mano
a lo largo de muchos siglos, hasta que el uso de la imprenta permitió
hacerlas mecánicamente.
Las copias más antiguas de los textos hebreos son de alrededor del siglo I
a.C., y provienen de Qumrán y otras localidades al occidente del Mar
Muerto. Allí se encontraron copias, algunas bastante completas, otras muy
fragmentarias, de casi todos los libros de la Biblia hebrea y de otros
escritos antiguos. En estos manuscritos se puede ver que el texto hebreo se
escribía solamente con consonantes, práctica común a varias lenguas
semíticas.
Los
sabios judíos, sobre todo a partir de fines del siglo I d.C., se dedicaron
a unificar el texto hebreo de la Biblia y a fines del siglo V d.C. se
desarrolló, principalmente en Babilonia y Tiberias, un sistema para
precisar la manera de leer el texto. De ahí resultó el llamado "texto
masorético" (es decir, el texto determinado por los masoretas,
"los que transmiten la tradición"). En este sistema se indican
las vocales (añadidas como signos debajo, encima o en medio de las
consonantes) y los signos de entonación para la lectura pública.
La
copia más antigua de toda la Biblia hebrea proviene del siglo X d.C.
(Códice de Alepo), que refleja la tradición tiberiense. Se debe tener en
cuenta que era costumbre entre los judíos no conservar los manuscritos que
ya estaban deteriorados sino destruirlos. Sin embargo, era notable el
cuidado con que se hacían y conservaban las copias de los textos bíblicos.
Como
de todas maneras es inevitable que al hacer las copias se introduzcan
algunas faltas, los estudiosos del texto de la Biblia disponen además de
otras ayudas, como son la copia samaritana del Pentateuco (texto hebreo en
escritura samaritana) y las versiones (traducciones) antiguas. De estas, las
principales son: las versiones griegas, entre las cuales la más importante
es la llamada de los Setenta (o Septuaginta), hecha en Alejandría (Egipto)
entre los siglos III y I a.C. y que fue usada en muchos casos por los
autores del NT; las versiones parafrásticas al arameo (llamadas Targum);
las versiones latinas, sobre todo la Vulgata, hecha, del hebreo, por San
Jerónimo; las siríacas, coptas y otras.
El
AT, como toda la Biblia, nace de una auténtica experiencia del verdadero
Dios. Un Dios que Israel descubrió en su historia concreta, y que se fue
revelando cada vez más claramente, en contraste con las religiones de los
pueblos vecinos, como el Dios único, Creador y Señor del universo, Señor
de la historia, que no se identifica con imágenes hechas por los hombres.
Es el Dios de la vida, que da a todos la existencia; un Dios salvador, que
está siempre con el pueblo, pero que no se deja manipular por él; un Dios
exigente, que impone obligaciones morales y sociales, que no se deja
sobornar, que protege a los débiles y ama la justicia; un Dios que se
acerca al pueblo de manera especial en el culto; un Dios que perdona y
quiere la vida del pecador, pero que también juzga e impone el castigo
sobre los malvados. Ese Dios es el mismo Dios del NT, el Padre de
Jesucristo, el Dios que quiere que todos lleguen a conocer la verdad y se
salven.
Para
Jesús y la iglesia apostólica, las "sagradas Escrituras" son las
escrituras del pueblo de Israel. La persona y la enseñanza de Jesús, así
como los escritos del NT, no se pueden entender sin el trasfondo del AT. Las
ideas y el lenguaje del AT influyen profundamente en el NT.
El
AT se fija de manera especial en las relaciones de Dios con el pueblo de
Israel. Uno de los aspectos principales a este propósito es el de la
alianza o pacto que hace Dios con el pueblo, por el cual Dios se compromete
a ser el Dios de Israel y escoge a este pueblo como posesión peculiar,
imponiéndole la obligación de cumplir los deberes religiosos y sociales
que especifican las leyes. La fe, el culto , las leyes, ejercen una acción
aglutinadora del pueblo. Y aunque políticamente no siempre hubo unidad, la
religión tenía un gran poder unificador. En la mayor parte de la historia
de Israel, era más importante crear una identidad religiosa definida,
separándose de los otros pueblos, que proclamar un mensaje universal.
División de Libros del Antiguo Testamento:
Los
libros narrativos:
Génesis,
Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio (Pentateuco
- Torah)
Josué, Jueces, Rut,
1–2 Samuel, 1–2 Reyes, 1–2 Crónicas, Esdras, Nehemías, Ester.
Los
libros poéticos y sapienciale:
Job,
Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantares.
Libros
proféticos:
Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós,
Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm,
Habacuc, Sofonías,
Hageo, Zacarías, Malaquías.
|
MANUSCRITOS
DEL MAR MUERTO
Algunas vasijas de cerámica encontradas en cavernas cerca del Mar
Muerto contenían la versión casi completa del Antiguo Testamento,
c.50 a.C. |
El Canon:
La
palabra canon viene de una raíz que significa "caña" (en hebreo
es "ganeh" y en griego es "Kanon"). La "caña"
se utilizó para medir y eventualmente llegó a tener el significado de
"norma".
Orígenes utilizó la palabra "canon" para expresar lo que
llamamos la "regla de fe", la norma por la cual hemos de medir y
evaluar...". Más tarde llegó a significar una "lista" o
"indice".
La palabra "canon", aplicada a la Escritura, significa "lista
oficialmente aceptada de libros".
Había
básicamente 5 principios guía que se usaban para determinar si un
libro era o no canónico, o de la Escritura:
1.
¿Es autoritativo? ¿Provino de la
mano de Dios? (¿viene este libro con un divino "así dice el
Señor"?)
2.
¿Es profético? ¿Fue escrito por
un hombre de Dios?
3.
¿Es auténtico? (Los Padres de la
iglesia eran partidarios del: "si estás en duda...
deséchalo...")
4.
¿Es dinámico? ¿Tiene el poder de
Dios que transforma las vidas?
5.
¿Fue recibido, reunido, leído y usado? ¿Fue
aceptado por el pueblo de Dios?
Los
Libros Apócrifos del Antiguo Testamento:
El
término "Apócrifo" significa "escondido u oculto"
- de la palabra griega apokruphos. Jerónimo, en el siglo cuarto, fue el
primero en denominar "apócrifos" a este grupo de literatura. Si
bien algunos escritores entienden que el significado de apócrifo es
"mantenido en secreto", la realidad se ajusta mas a los sinónimos
"apartado" o "separado".
¿Porqué
no son canónicos?
Además
de que no reunían los requisitos para la canonicidad, Unger´s
Bible Dictionary (Moody Press, 1966) dá razones por las cuales fueron
excluídos:
1. "Abundan en inexactitudes y
anacronismos históricos y geográficos".
2. "Enseñan doctrinas falsas y
fomentan prácticas que están en desacuerdo con la Escritura
inspirada".
3. "Recurren a tipos literarios
y despliegan una superficialidad en las materias y en el estilo, que no
guardan relación con la Escritura inspirada".
4. "Carecen de los elementos
distintivos que le dan a la genuina Escritura su carácter divino, tal como
el poder profético y el sentimiento religioso.
Testimonios históricos de las exclusiones
1.
Filón, filósofo judío de
Alejandría (20 a.C. - 40 d.C.), citó abundantemente el Antiguo Testamento
y aun reconoció la triple división, pero nunca citó los apócrifos como
inspirados.
2. Josefo
(30 d.C. - 100 d.C.), historiador judío, excluye explícitamente a los
apócrifos, dejando en 22 el número de libros del Antiguo Testamento.
Tampoco cita de estos libros como Escritura.
3. Jesús
y los escritores del Nuevo Testamento nunca citaron los apócrifos, aun
cuando hay centenares de citas y referencias a casi todos los libros
canónicos del Antiguo Testamento.
4. Los
eruditos judíos de Jamnia (año 90 d.C.), no reconocieron los libros
apócrifos.
5. Ningún
canon o concilio de la iglesia cristiana durante los primeros 4 siglos
reconoció los apócrifos como inspirados.
6. Muchos
de los grandes Padres de la iglesia primitiva hablaron en contra de los
apócrifos; entre ellos Orígenes, Cirilo de Jerusalem, Atanasio.
7. Jerónimo
(340 - 420 d.C.) el gran erudito y traductorde la Vulgata, rechazó los
apócrifos como parte del canon.
8. Muchos
eruditos católico romanos durante el período de la Reforma, rechazaron los
apócrifos.
9. Lutero
y los reformadores rechazaron la canonicidad de los apócrifos.
10. No
fue sino hasta el año 1546, en una acción polémica en el Concilio de la
Contrareforma de Trento, que los libros apócrifos recibieron pleno
reconocimiento canónico por la Iglesia Católica Romana.
NUEVO TESTAMENTO
El
Nuevo Testamento (NT) está compuesto por veintisiete escritos
redactados en griego durante los primeros tiempos de la iglesia cristiana,
es decir, durante el periodo correspondiente, en líneas generales, a la
segunda mitad del siglo I d.C. Estos escritos, de dimensiones y formas
literarias muy diferentes, han sido considerados, desde su origen, como
obras de autoridad religiosa superior a la de cualquier otro libro. De
manera más o menos directa, nos hablan de Jesucristo, de su obra redentora
y de las consecuencias de esa obra en los seres humanos. Sin embargo, las
maneras concretas de exponer estos temas son muy variadas.
Al
llamar a estos escritos "Nuevo Testamento", se hace referencia a
la "alianza" o "pacto" sellado entre Dios y la
humanidad.
Este
uso tiene su origen en la convicción, expresada ya en textos como Lc 22.20;
2 Co 3.6 y Heb 9.15, de que por medio de Jesús, y especialmente con su
muerte, se había sellado ese nuevo pacto o alianza que Dios había
anunciado antiguamente (cf. Jer 31.31), y que sustituía al antiguo (cf. 2
Co 3.14; Heb 8.13).
En
primer lugar se encuentran los cuatro evangelios (según San Mateo, San
Marcos, San Lucas y San Juan). Todos ellos narran los principales
acontecimientos de la vida, la pasión, la muerte y la resurrección de
Jesús, interpretados desde el contexto particular de cada autor y de su
respectiva comunidad.
Después se encuentra el libro de los Hechos de los Apóstoles, que es
continuación del Evangelio según San Lucas y se refiere a la difusión del
mensaje cristiano durante los primeros años de vida de la iglesia.
En seguida viene el grupo de las cartas, veintiuna en total. En primer lugar
están trece cartas de Pablo; después siguen: una carta sin mención del
autor (a los Hebreos), una carta de Santiago, dos de Pedro, tres de Juan y
una de Judas. Muchas de estas cartas están dirigidas a comunidades o
personas particulares; otras tienen un carácter más general.
Finalmente está el libro del Apocalipsis, que en cierta manera se presenta
también como una carta.
Debe
tenerse en cuenta que esta colocación no corresponde al orden en que los
libros fueron redactados y que en algunos manuscritos antiguos el orden es
diferente.
Estos escritos, como es natural, no formaban desde el principio una unidad
literaria. Seguramente ya a fines del siglo I empezaron a reunirse (cf. 2 P
3.15–16), hasta constituir una sola colección (siglo II) y formar, junto
con el AT, las Escrituras de la iglesia o la Biblia, es decir, "los
libros" por excelencia.
La
fijación exacta del número de libros del NT que se recibían con autoridad
indiscutida (el llamado "canon"), fue un proceso que duró
bastante tiempo, sobre todo cuando empezaron a aparecer numerosas obras que
no representaban las enseñanzas auténticas de la iglesia (la llamada
"literatura apócrifa"). Sobre algunos escritos, especialmente
algunas cartas y el Apocalipsis, las discusiones se prolongaron por más
tiempo. Puede afirmarse que en el siglo IV ya se fue haciendo general la
lista o canon de escritos del NT que ahora se encuentran en las Biblias
cristianas.
Para
entender mejor los escritos del NT, es necesario tener en cuenta que
nacieron en un ambiente histórico concreto y hablan de acontecimientos que
sucedieron en un ambiente determinado.
Los
libros del NT fueron escritos, con toda probabilidad, en rollos de papiro
(algunos quizá de pergamino), más o menos largos, según la longitud del
escrito. Sin embargo, ninguno de estos escritos ha llegado hasta nosotros en
el autógrafo o manuscrito original. Lo mismo sucede, por lo demás, con
toda la producción literaria de la antigüedad.
El
texto del NT ha llegado hasta nosotros en copias manuscritas que se fueron
haciendo en diversos lugares y en distintas épocas. Si prescindimos de
algunos fragmentos muy pequeños, sin importancia para la reconstrucción
del texto, las copias más antiguas del NT que se conservan son de alrededor
del año 200 y provienen de Egipto. Estas copias ya tienen la forma de
libros (códices). Otras copias posteriores (siglo IV en adelante) están
hechas en pergamino (cuero de oveja, cabra o becerro), material más fino y
duradero. Las condiciones del clima de Egipto, muy seco, son especialmente
favorables para la conservación de manuscritos.
Son
aún más numerosas las copias que se conservan de los siglos siguientes. El
número total de manuscritos anteriores a la utilización de la imprenta en
occidente, hechos en papiro o pergamino y que contienen todo o parte del NT,
pasa de cinco mil. Si a esto añadimos las versiones antiguas, tales como
las traducciones al latín, al siríaco, al copto y otras lenguas, hechas en
los primeros siglos de la era cristiana, y los testimonios de los escritores
antiguos (citas, alusiones, comentarios), el material que sirve para
reconstruir el texto del NT es muy voluminoso.
Dado
el número tan grande de testimonios y las limitaciones de toda obra humana,
no es extraño que se presenten variantes en el texto de estos testigos tan
diversos. Por eso existe toda una rama de la ciencia bíblica (la crítica
textual), que se dedica al estudio de estos testimonios y a la
reconstrucción del texto en su forma más primitiva posible.
El
contexto histórico
Fuera de Palestina, la iglesia cristiana encontró en el imperio romano
elementos que favorecieron su rápida propagación por el mundo pagano. La
unidad política y cultural ofreció a los evangelizadores cristianos la
posibilidad de predicar la buena noticia en la mayoría de las provincias y
ciudades del imperio (cf. Ro 15.19,28; 1 P 1.1). Además, en un primer
periodo, la religión cristiana gozaba de la misma tolerancia que se
concedía a la religión judía. Así, no es de extrañar que en Ro 13.1–7;
Tit 3.1 se refleje una valoración positiva de la autoridad del Estado.
No obstante esto, la fe y la conducta característica de los cristianos no
tardaron en llevar a conflictos muy agudos.
Las
medidas que las autoridades romanas tomaron en algunas ocasiones contra los
judíos tuvieron sus repercusiones también sobre los cristianos (cf. Hch
18.2). La obligatoriedad del culto oficial de Roma, que incluía un culto
especial al emperador, inevitablemente llevó al enfrentamiento entre los
cristianos y las autoridades romanas. La persecución de los cristianos por
sus creencias y actitudes fue, en un principio, de carácter local y
limitado. Después, sobre todo a partir del siglo II, se hizo más general y
sistemática. Esta situación ya se refleja en textos como 1 P 4.12–16 y,
sobre todo, en el Apocalipsis, donde el imperio romano aparece como el
enemigo por excelencia de Cristo y de sus seguidores (Ap 13.7).
Contenido
y finalidad del Nuevo Testamento
Como
ya se ha dicho, el NT está centrado en la persona, en la historia y en la
obra salvadora de Jesucristo. Este tema, por una parte, da unidad a los
diversos libros que lo forman, y, por otra, lo distingue del Antiguo Testamento.
Jesús
no redactó ninguno de los escritos del NT. Estos fueron redactados por
aquellos que lo reconocieron como el Mesías, como la persona que Dios
había escogido y enviado para realizar su obra de salvación en favor de la
humanidad, y a quienes Dios llamó para comunicar a otros el testimonio de
su fe.
El
NT existe porque Jesús "mostró su gloria; y sus discípulos creyeron
en él" (Jn 2.11). Aunque Jesús no fue reconocido por la mayor parte
de su pueblo (cf. Jn 1.11), un grupo privilegiado fue testigo de sus
acciones, de su muerte y de su resurrección. Jesús les envió el
Espíritu, y así se cumplió lo que él les había dicho: "Cuando el
Espíritu Santo venga sobre ustedes, recibirán poder y saldrán a dar
testimonio de mí, en Jerusalén, en toda la región de Judea y de Samaria,
y hasta en las partes más lejanas de la tierra" (Hch 1.8).
Ellos mismos, y los discípulos que fueron formando, sintieron la necesidad
de comunicar a todos los pueblos la fe que profesaban y la esperanza que los
animaba. Los que aceptaban este mensaje fueron constituyendo el nuevo pueblo
de Dios, beneficiario de la nueva alianza que Dios había prometido hacer
con los hombres, el nuevo pueblo al cual estaban llamados los hombres y
mujeres de todas las naciones.
El NT quiere expresar a todos, sin ambigüedades, quién es Jesús. Una
manera de hacerlo es por medio de los títulos que le aplica.
El
título con que más comúnmente el NT expresa su fe en Jesús es el de Cristo
(Mesías, Ungido). Este título se relacionaba con las esperanzas del pueblo
de Israel, pero se aplicó a Jesús con un contenido y un alcance nuevos.
Títulos de significado semejante son los de Hijo de David y Rey.
Según los evangelios, el título que Jesús prefería para referirse a su
misión era el de Hijo del hombre, que, por una parte, expresaba su
condición plenamente humana y, por otra, aludía a su carácter de Juez
glorificado.
Otro título muy usado en el NT es el de Señor. Este título se
aplicaba en el AT de preferencia a Dios, y fue la forma que sustituyó de
ordinario al nombre de Yahvé; entre los griegos, se daba a los reyes y a
los dioses. El NT lo usa para expresar la soberanía de Jesús resucitado.
El título de Hijo de Dios se daba a veces al rey de Israel, como
también lo daban los romanos al emperador. Pero para el NT, expresa lo que
solamente se verifica con toda propiedad en Jesús: una relación única con
Dios, como su Padre, y al mismo tiempo, el fundamento para que los que
estén unidos a él por la fe puedan ser hijos de Dios y llamarse como
tales.
Además
de estos, que son los más comunes, el NT aplica a Jesús otros títulos,
que el lector encontrará en los textos.
Pero
la fe de la iglesia primitiva en Jesucristo no se expresa únicamente en los
títulos que le atribuye. Con igual valor se expresa en la manera como
describe su obra salvadora.
El
NT proclama que Jesús, por su acción en la tierra, por su muerte y su
resurrección, y por su presencia activa y continua en el mundo, ha hecho
presente el poder y el amor salvador de Dios. Esta obra se describe de
diversas maneras, entre las cuales se encuentran expresiones como
"salvar de los pecados", "dar su vida en rescate por una
multitud", "liberar de la esclavitud del pecado",
"reconciliar con Dios", y muchas más.
Esta
obra salvadora de Dios por medio de Cristo -afirma el NT- realiza una
transformación en la persona humana, exige un cambio de vida, pide una
respuesta de fe, lleva a una vida de esperanza, crea una comunidad de
hermanos, que se distingue por practicar la justicia y vivir en el amor.
El
NT no pretende ser una legislación que sustituya a la ley de Moisés. Sin
embargo, el cristiano encuentra en el NT los principios permanentes por los
cuales puede regir su vida y su conducta. En diversos lugares, el NT los
sintetiza en la ley del amor (cf. Mt 22.34–40 y paralelos; Jn 13.34–35;
Ro 13.8–10).
QUMRAN
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Grutas en las montañas
adyacentes, en las cuales fueron encontrados los manuscritos |
Vista general de las
ruinas |
Interior de la gruta N°
4 en la cual fueron encontrados algunos manuscritos |
Vasijas con manuscritos |
Parte de los textos
detallados en "Un poco de Historia" fueron obtenidos de: - La
Biblia de Estudio "Dios Habla Hoy", edición interconfesional,
Sociedades Bíblicas Unidas, 1994. - "Evidencia que Exige un
Veredicto" - Josh McDowell - Editorial Vida. - Fotografías de "Mi
Visita a la Tierra de la Biblia" - Hiromi Shinobu. En caso de vulnerar
accidentalmente derechos de autor, serán removidos en forma inmediata.
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