Sólo Jesucristo Salva

por Ex-miembro del Opus Dei

 

Estimado Daniel: He decidido escribirle mi testimonio personal, de mi encuentro con Jesucristo, porque creo que puede ser de beneficio para algunas personas.

Nací en un hogar católico, como muchos, de padres muy devotos y practicantes. Desde pequeño estuve rodeado de sacerdotes, religiosos y monjas, a quienes tenía en gran estima. Ellos me enseñaban muchas prácticas piadosas, que reforzaban las enseñanzas de mi hogar; rezaba interminables rosarios, y toda clase de novenas a diferentes advocaciones de la Virgen y a distintos Santos. Me confesaba con frecuencia, y al llegar a la adolescencia me aquejaban los denominados "escrúpulos"; me confesaba una y otra vez, con grandes temores de irme al Infierno, si se me olvidaba algún pecado. Mi problema de escrúpulos era tan grande que más de una vez fui echado del confesionario por un sacerdote que consideraba que era demasiado pronto para volverme a confesar.

Cuando ingresé a la Universidad, conocí a una agrupación de católicos que decían ser "Cristianos en Medio del Mundo". Eran jóvenes de familias acomodadas y de agradable presencia. Hacían énfasis en acercarse a los buenos estudiantes y a los adinerados. Poco después conocí que estos jóvenes católicos pertenecían al OPUS DEI. Participé durante diez años en actividades de esta institución romana, con prácticas de auto-flagelación, a las que llaman "disciplinas". Observé el reclutamiento de niños de catorce años, a los que se les hace jurar silencio a sus padres, acerca de su afiliación al grupo, prometiendo a tan tierna edad que practicarán el celibato, la pobreza y la obediencia; también me percaté del reclutamiento de jovencitas de la clase pobre, a las que llaman "Numerarias Sirvientas" o "Numerarias Auxiliares", que son verdaderas esclavas de los componentes del grupo llamados Numerarios. Esas jovencitas no tienen derecho a prestaciones ni a seguridad social. En los círculos de formación del
Opus Dei -La Obra, para los íntimos- se hablaba de "Las Glorias del Papado" y se criticaba al protestantismo.

Mi fanatismo de aquellos días se estaba resquebrajando ante tanta incongruencia: ¿Celibato? Conocí a un sacerdote cuya secretaria era su amante y tenía dos hijas con ella, con pleno conocimiento del obispo. ¿Pobreza? los dirigentes eclesiástico viven como millonarios, y pude constatar que eran asiduos de un club exclusivo de mi ciudad. ¿Obediencia? ¿A quién? ¿Al Papa, que vive como un Rey, en un palacio? Cristo no tenía donde recostar su cabeza, pero el Papa es millonario. En la Universidad me hablaron de Alejandro VI, el Papa Borgia, que vivía una vida de fornicación y asesinato. ¿Cómo puede ser infalible un Papa así?

Alguien en mi interior me decía: "Hijo mío, sal de ella, para que no te hagas cómplice de sus pecados". Pero obstinado seguí en el error.

Me uní a algunos miembros del Opus Dei que escribían en su tiempo libre lo que se denomina APOLOGETICA. Estaba dispuesto a escribir en contra de Martín Lutero, por lo que busqué literatura católica al respecto. Encontré un libro titulado: "¿Quién era Martín Lutero?" escrito por el sacerdote católico Joan Busquets. Encontré que Lutero había visto en la institución católico romana las mismas faltas que percibí. El lamentable espectáculo que vio Lutero en Roma, los penitentes subiendo de rodillas la Scala Sancta, se parecía al triste espectáculo de las nalgas y espaldas nuestras, cubiertas de sangre por latigazos auto-infligidos. Surgió en mi mente la pregunta: ¿ Por qué azotarme? ¿Cristo no pagó por mis pecados en la cruz? La amargura de la duda traspasó mi alma. ¿Qué sentido tiene arrodillarme delante del "Santísimo Sacramento", temblando, como lo hacía yo, si Dios está ahí y está en todas partes? Igual debía arrodillarme en la calle y en la Universidad, porque Dios está también allí. Más dudas.

Por fin, llegué a la parte del libro donde Lutero re-descubre a Jesucristo: "No me avergüenzo de anunciar el evangelio, que es el poder de Dios para salvar a todo el que cree... porque en el evangelio se revela la justicia de Dios, de fe en fe, tal como está escrito: EL JUSTO VIVIRÁ POR LA FE". Las lágrimas surcaban mis mejillas. Del fondo de mi alma dije con Lutero: JESUCRISTO ES MI SALVADOR. No el Papa, un millonario que vive en Italia; No Escrivá de Balaguer, con su título de Marqués de Peralta; Jesucristo es mi Papa, mi obispo, mi sacerdote. No más auto-flagelación, no más adoración disfrazada de veneración a Santos, Vírgenes ni ángeles. Sólo Jesucristo salva. Ese es mi mensaje y quiero gritarlo
al mundo.

Hermano que me lees, quiero cerrar mi testimonio con una oración, de mi propia invención que me da mucha paz. Acompáñame ahora si sientes que describe lo que tienes en el corazón: "Señor Jesús, te acepto como mi Señor y Salvador; Sé que rechazas al Opus Dei y al Catolicismo Romano, como invenciones puramente humanas, y confío en tu obra salvadora; sé que pagaste por mis pecados en la cruz, por lo que no requiero auto-flagelarme. Gracias Jesús. Amén".

 

La identidad del remitente será mantenida en reserva


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Daniel Sapia - "Conoceréis la Verdad"

Apologética Cristiana - ® desde Junio 2000

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