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por Isabel Evelyn Aguilar Serrano
Que el Señor le bendiga ! He terminado
recientemente de escribir mi testimonio personal y se lo envío Que el Señor continúe bendiciendo su ministerio y a sus colaboradores en el amor inalterable de Cristo Jesús.
Isabel . . .
NIÑEZ Soy de de origen salvadoreño, cuando niña me crié junto a mi abuela paterna y mi hermana, mis padres se separaron siendo yo aun muy pequeña (6 añitos) soy de una familia que cuenta con seis hijos, tres hembras y tres varones incluyéndome yo, todos mayores que yo. Mi padre y mi madre nunca se olvidaron de mi, pero falto lo esencial una verdadera familia. A pesar de que todos mis hermanos y mi abuelita siempre se ocuparon de mi, en todo lo esencial, estudios, ropa, comida, atención, etc. nunca lograron llenar el vacío de mi padre y de mi madre. Recuerdo que cuando mi madre aun estaba en casa mi abuela tenia una hijastra que queríamos mucho pues se crió con nosotros la cual tenia un espíritu de un tal "SAN SIMON" el cual poseía poderes curativos y otros atributos que según ellos eran buenos. Así que mezclando el catolicismo y la brujería fui creciendo en este hogar destruido por el adulterio de mi padre. Una vez, lo recuerdo muy bien yo tuve un ataque muy raro pues me quedé muda por una horas supuestamente era debido a los parásitos que tenia en mi estómago, padecía también de muy fuertes dolores de cabeza muy seguido, todo esto durante la época que mi madre aun estaba en casa, tal vez 5 o 6 años pero lo tengo muy claro en mi mente. En muchas ocasiones vi como este espíritu poseía a mi hermana de crianza Rosa la cual yo en mi inocencia pensaba que estaba fingiendo y solo se hacia pasar por el tal "Hermano San Simón", el cual gozaba de buen trato entre mi familia y nadie se oponía a hacerlo venir a nuestra casa cuando teníamos necesidad. Es mas, hasta enamorado de mi hermana Ana Maria, estaba el dicho espíritu de este supuesto "viejito". A mi me enseñaron a no tenerle miedo y hasta pensaba que era lo mismo que un santo católico como San Antonio o la virgen Maria... Un día después de este "ataque de mudez" me llevaron donde Rosa, pues ella vivía en otro lado con su Padre ya anciano y ex marido de mi abuela, y me hizo una brujería masticando tabaco, ajos, hoja de ruda y escupiendo sobre mi cuerpo, frotándolo con alcohol. Después de esta intervención nunca mas volví a tener esos fuertes dolores de cabeza y mi mal seso. Mi madre siempre tenia una imagen de este "santo", le ponía agua revuelta con licor pues supuestamente así era como le gustaba a él. También le ponía pedazos de tortilla y una veladora y, como era de esperar, nos arrodillábamos ante él y le rezábamos el Padre Nuestro y el Ave Maria. Yo inocentemente llenaba el vaso de agua cada vez pensando que hacia bien, pues era de suponerse que al pasar los días el agua se evaporaba y mi madre y yo, en nuestra creencia y fe, pensábamos que era el santo quien se tomaba el agua. Cuan ingenuas éramos !
ADOLESCENCIA Estudié en un colegio católico en mi adolescencia, junto a monjas, rezando el rosario, dramatizando el Vía Crucis en Semana Santa, yendo a la Iglesia católica los domingos, adorando santos, haciendo preciosas alfombras para que una imagen cargada por los hombros de hombres pasara pisándola en Semana Santa. Esto de hacer alfombras me hacia sentir enormemente satisfecha dado el grado de "sacrificio" al que me sometía estando de rodillas bajo el sol casi todo el día. Terminé mis estudios secundarios en contabilidad durante esta época. Era una muchacha coqueta, vanidosa y muy orgullosa, pero gozaba de buen testimonio ante mi familia y vecinos del lugar, los cuales me ponían de ejemplo ante mis sobrinos y conocidos, todos mas pequeños que yo, pues siempre fui estudiosa y lograba mis metas en todo lo que me proponía. Y nunca había tenido novio. Eso era algo que me daba mucho mas valor ante los ojos de la gente en mi pequeña ciudad. Creo que los muchachos me tenían miedo y hasta me "respetaban" por ser una "chava centrada". En resumen fui buena hija, buena hermana, buena nieta, buena tía, buena alumna, buena ciudadana.... Pero nunca fui una buena cristiana ! ! ! Como decía, siempre iba a misa los domingos o días especiales, me confesaba con el cura cada vez que faltaba a misa los domingos por ser pecado grave ! pero nunca conocí el verdadero arrepentimiento y mucho menos reconocí el sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario. Siempre me enseñaron a rezarle a la virgen Maria, pues ella era la mediadora entre Dios y yo pues no se podía llegar a Jesús directamente, teníamos que rezarle a ella primero. Mi amor por Maria era tan grande... la amaba mucho, pero igual al salir de la Iglesia, después de rezar, seguía siendo la joven vanidosa, coqueta, orgullosa, egocéntrica, soberbia, etc. Nunca se produjo un cambio en mi vida.
SALIDA DE EGIPTO Al cumplir mis 18 años, después de haberme graduado, comencé a trabajar pero no duré mucho. Para este tiempo mi madre había regresado a casa debido a una enfermedad de los riñones, mi padre vivía en Canadá con su "nueva esposa", mujer por la cual dejo a mi madre, y yo deseaba continuar con una carrera universitaria o emigrar del país debido a la situación peligrosa que se vivía (guerra civil que duro 12 años). Hablé con mi padre y le dije -"o me pagas mis estudios o me llevas a Canadá". Mis hermanos ya todos habían hecho su vida y pienso que no hubieran podido correr con los gastos de la universidad, pues entre otras cosas estaba la enfermedad de mi madre la cual los hacia gastar una fortuna en transporte hacia el hospital de la capital en San Salvador. Mi salario era muy poco para costearme los gastos y tampoco abundaba el trabajo como para buscarme otro mejor pagado. Así que dejé el país y vine a vivir con mi padre en Canadá.
MIS AÑOS EN EL DESIERTO Cuando llegué a Canadá me instalé con mi padre al cual no veía desde hacia muchos años. Comencé a conocerlo. Al convivir con él llegué a amarlo mucho. Al año de vivir con él, con su esposa y con mis dos medios hermanos, ellos se divorciaron, pues según parece solo estaban esperando que nosotros llegáramos (mis hermanos y yo) para separarse, pues las cosas no iban bien entre ellos y de todas formas ya cada quien tenia a sus respectivos hijos para hacerse compañía, así que de esta forma yo me fui con mi padre y ella con sus 2 hijos varones. Viví 10 años con mi padre. Durante este tiempo estudié el idioma, conocí mucha gente, dejé de asistir a la iglesia católica (es mas, ya ni me interesaba en la religión), me dejé absorber por el "vaivén" de las grandes ciudades, el materialismo y el correr de la sociedad. Comencé a salir con un joven guatemalteco, con el cual duré unos 4 meses de novia. No resultó. Salí con otros jóvenes de mi edad pero nunca nada serio, todo pura diversión, mientras tanto me volví aun mas coqueta en mi forma de vestir, de arreglarme. Iba a las discotecas pues siempre me fascino el baile, pero gracias a Dios nunca caí en ningún vicio de droga, alcohol o cigarro, pero mi vida estaba vacía, por dentro no tenia un ideal, una meta tan solo mis estudios y quizá un día formar un hogar con un buen hombre que nunca me dejara como mi padre dejó a mi madre. Esto era esencial para mi y sabía muy bien lo que quería. No estaba apresurada por casarme. Es más, pensaba hacerlo solo a mis 30 años.
ENCUENTRO CON MI DIOS Transcurrido un año desde mi salida con el joven guatemalteco volvimos a vernos. Comenzamos a salir juntos, pero esta vez la cosa era mas formal pues habíamos madurado y ya estábamos cruzando estudios técnicos. Los padres de mi novio eran cristianos veteranos, es decir desde hacia muchos años, que conocían el evangelio, sabían muy bien cuales eran las trampas del enemigo y también tenían las armadura de la fe de todo cristiano. Estuvimos saliendo 4 años de novios sin que mi padre lo supiera. Tal vez lo sospechaba, pero después de este tiempo decidimos que hablaríamos con él. Después de hacerlo seguimos saliendo otros dos años mas. Durante estos 6 años pasaron muchas cosas buenas y malas, pero una de las principales era que no nos decidíamos a casarnos porque discutíamos demasiado. Si nos mirábamos 5 veces por semana las 5 veces peleábamos y todo por puras tonterías. Llegamos al extremo de dejarnos y tomar rumbos diferentes, y aunque nuestro amor era sincero nuestras peleas constantes eran insoportables. Mientras tanto sé que los padres de mi novio oraban sin cesar por su hijo y también por una esposa para él. Muchas veces nos invitaron a la iglesia pero ni él ni yo aceptamos acompañarlos. Quizá presentíamos que algo pasaría y Satanás nos ponía trampas en la mente para no aceptar la invitación. Para el año 1999 decidimos ir a nuestros respectivos países. Yo viajé a El Salvador y él viajo a Guatemala y nos dijimos si al regreso del viaje seguimos queriéndonos nos casaremos a como dé lugar. Imagínense ese matrimonio, si de novios no nos comprendíamos, mucho menos de casados... Pero... Dios que todo lo hace perfecto ya tenía un plan trazado para nosotros, y junto a la oración de mis amados suegros, que estoy segura nunca se rindieron y bajaron las manos al seguir orando por su hijo y una esposa para él, doblegaron la voluntad humana y así, un día de verano del mes de junio del 2000 en un culto en el hogar de mis suegros, aceptamos a Cristo como nuestro Salvador personal. Cuando acepté a Jesucristo en mi corazón yo no sabia muy bien que era el evangelio en si; pues días antes había estado asistiendo junto a Ottoniel (mi novio para ese tiempo) a algunos cultos en una iglesia pastoreada por su cuñado. Pues, como dije anteriormente, tanta era la desesperación por encontrar "algo" que nos ayudara en nuestra relación que hasta había pensado en consultar con un psicólogo. Así que por complacerlo yo aceptaba acompañarlo a la iglesia, pero según él relata, ya para ese tiempo estaba sintiendo el llamado de Dios en su vida. Así que el día que aceptamos al Señor, Ottoniel si sabia el compromiso que estaba adquiriendo, pero yo no. Yo seguí yendo a la iglesia los domingos con él, pero siendo la misma. Él cambió mucho su comportamiento pero yo no sentí ningún cambio en particular. Lo único era que, como ya estábamos comprometidos para casarnos en el mes de Agosto del mismo año, los preparativos me absorbían mucho y mi trabajo también. Era lógico que nos casaríamos por el evangelio. Mi único temor era que debido a que mi padre "no quería a los evangélicos" yo llegué a pensar que no iría a entregarme el día de la boda. Pero si acepto... ¡Gracias a Dios!
CRECIMIENTO ESPIRITUAL
Después de casados todo iba muy bien. Fue después de comenzar a vivir
juntos que mi relación personal con Cristo cambio mucho.
No faltábamos a un solo culto, asistíamos a todas las vigilias, no nos El siguiente fin de semana testifiqué del ataque de Satanás y de cómo Jesucristo me había librado. Otro testimonio del poder de Dios es que un día domingo, quizá después de unos 6 meses de convertidos, yo me preparaba para ir al culto y tenia un enorme dolor de cabeza. Recordé mis antiguos dolores de niña y de como el enemigo me había "curado" pero que ahora al saberme libre de toda cadena de pecado Satanás no se iba a quedar de brazos cruzados... No pude ir a la iglesia ese día, yo ya estaba embarazada y por haber tenido pérdidas de sangre al principio del embarazo no quería tomar ningún medicamento. Así que decidí quedarme y recostarme. Yo sentía que el dolor me mataba, que la cabeza se me partía en dos, sentía ganas de cortármela para acabar con el dolor. El día fue muy duro y largo para mi. Mi esposo en la iglesia, yo sola en casa con ese fuerte dolor y todavía después del culto mi esposo tenia que pasar donde mi padre a hacer no sé que cosa. En fin, yo no veía las horas de que él llegara por lo menos para sentir su calor, su compañía o para ir donde el médico o decidir que hacer, pues el dolor era demasiado fuerte y yo sentía que al pasar de las horas era peor... el enemigo se estaba cobrando sus servicios pues ya que yo ya no era miembro de sus filas ya no tenia porque brindarme sus servicios...era lógico no? Cuando mi esposo por fin llego, yo estaba acostada en cama y sentía como si me dejaban caer una enorme piedra sobre la cabeza. Yo le pedí que me ungiera la cabeza con aceite y que orara por mi. Mi esposo conocía lo que años atrás el "hermano San Simón" había hecho, así que, con la autoridad del Santo Espíritu y la unción que llevaba, tomo el aceite en sus manos, se arrodilló a mi lado y yo estaba viendo hacia arriba postrada en cama, yo sentí en ese momento la poderosa mano del Señor y ví como un resplandor en el cuarto. Yo sentí como el dolor desaparecía de mi cabeza. Oraba al mismo tiempo que mi esposo reprendiendo todo dolor y desechando todo conjuro echo en mi persona. Así que en ese mismo momento fui sanada de todo dolor de cabeza y la gloria fue dada a mi Señor y Salvador Jesucristo !
DE VICTORIA EN VICTORIA En mis tres añitos y medio de evangelio, he visto la mano sanadora del Señor en mi vida, en la vida de mi esposo, en la vida de mi hijito que también ha tenido sus luchas directas con el enemigo, pero en medio de pruebas el Señor que es fuerte en batalla nos ha librado siempre y nunca nos ha dejado caer. Desafortunadamente, mi madre y mi abuela se fueron sin Cristo, pues fallecieron antes de que yo me convirtiera a Él, pero luego me di cuenta que ya alguien les había predicado del Señor, ya que yo misma fui testigo de ello pues una vez que regresé a mi país, yo aun inconversa, encontré a mi madre muy enferma y una hermana en Cristo llamada Nohemi le estaba hablando del Evangelio. Al pasar de los años supe que ella no había querido aceptar, pero sé que Dios es justo y Él le brinda la oportunidad a todos, a ricos, pobres, grandes pequeños, todo esta en que uno quiera recibirle. Aun falta que mis hermanos mis sobrinos y mi padre se conviertan al Señor. Yo les he predicado, les he testificado, pero sé que la lucha es a muerte en contra de las cadenas que atan sus mentes y su corazones. Pero mi Señor, que no se queda con nada, sé que un día me dará la victoria y que mis hermanos y mi padre un día verán la luz resplandeciente de Jesucristo, pues no pasa un día en el cual yo no le pida por la Salvación de ellos y sé que mi oración será contestada, pero al tiempo del Señor y no al tiempo mío... y que GRANDIOSO SERA ESE DIA CUANDO TODOS LOS QUE AMO PUEDAN DECIRME CON CONVICCION... "YO TAMBIEN HE SIDO LAVADO CON LA SANGRE REDENTORA DE JESUCRISTO...". Aleluya ! ! !
CONCLUSION Amigo, hermano, pariente, que leerás este testimonio. Quiero decirte que Cristo te ama y que doy fe ante Él que todo lo que digo en este texto es verídico y ocurrió tal y como lo he narrado. Espero de todo corazón que sea de muchísima bendición para tu vida y que analices y reflexiones, en este momento, que pasará con tu vida cuando llegue la hora de presentarte delante del tribunal de Cristo.. Ya no tienes excusa para decir "nadie me advirtió", pues después de leer este testimonio de mi vida personal podrás darte cuenta que Cristo transforma realmente a todo aquel que entrega su vida a Él, sólo tienes que hacer una pequeña oración de fe creyendo que Jesús es el único CAMINO para llegar al Padre y que solo a través de Su sangre redentora que nos limpia de todo pecado, puedes alcanzar vida eterna. En el amor inalterable de Jesucristo. Isabel Evelyn Aguilar Serrano. Montreal, Canadá
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Daniel Sapia - "Conoceréis la Verdad"
Apologética Cristiana - ® desde Junio 2000
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