RENUNCIA

por  José Carlos Enríquez Díaz

 

Estimado y bien querido Don José Gea Escolano [1]:

Me dirijo a usted en la presente carta para comunicarle mi renuncia a la Iglesia Católica. Los motivos de tal decisión son que no quiero pertenecer a una iglesia de rebaños, de masas o de gente no convertida.

- Porque no quiero pertenecer a una iglesia importadora de lenguas y culturas extrañas

- Porque no quiero una iglesia aislada y aislante, asustada y asustadora.

- Porque no quiero una iglesia en donde todo lo esperemos del Papa, de los obispos o del clero, donde la comunidad siga sin personalidad, donde las cosas vengan de arriba para abajo, donde el magisterio controle y aterrorice.

En la Iglesia que yo quiero la jerarquía se hará pequeña y servidora, sierva, humilde, toda ella al servicio de la fraternidad y desaparecerán del horizonte los títulos y los honores mundanos, con los que hoy se rodea. Donde el cura se pueda casar, tener mujer e hijos y una experiencia de vida familiar, evitando caer en la tentación de buscar la mujer de otro y de entrometerse en la vida de las parejas.

La comunidad y las comunidades cristianas se meterán en el mundo, que el Señor quiere salvar, como un “fermento”, como una fuerza, que llega de lo alto y en la vida pública darán testimonio del Señor Jesús resucitado. Cabeza de la Iglesia gobernada por el Espíritu del Señor.

La actual praxis de vida sacramentalista, rutinaria, sicológica, se terminará y habrá autenticas celebraciones de fe y de vida reales, participativas, de hombres y mujeres, en las que el reino de Dios se exprese. Serán verdaderas celebraciones de fe, comprometidas. No se cobrará por el culto, porque todos verán un escándalo cobrar dinero por la celebración de la eucaristía, por la memoria de Cristo Crucificado y resucitado.

A una Iglesia  así, transformada vendrán jóvenes y habrá más vocaciones a la vida consagrada.

Una Iglesia así parecerá mucho menos formal pero mucho más efectiva, como testimonio vivo del evangelio, como luz en el mundo.

Para despedirme me gustaría recordarle unas palabras del Magnificat: Manifiesta el poder de su brazo desbaratando los planes de los soberbios, derrumba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Sin más que añadir y esperando que atendiese y entendiese mis palabras se despide con un saludo respetuoso.

 

José Carlos Enríquez Díaz

 

[1]  Obispo de la diócesis de Mondoñedo-Ferrol (España)


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