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por Rodrigo Vargas Mi testimonio comienza allá por 1985 y no es posible separarlo del testimonio de mi padre. Mi padre siempre fue un poco rebelde a todo lo relacionado con Dios y la Iglesia, aunque ocasionalmente nos acompañaba a misa algún domingo. Mi madre era católica practicante , estudió en un colegio católico dirigido por monjas, comulgaba todos los domingos , se confesaba cuando podía y llevaba las fotos e imágenes de la Virgen a casa siempre que podía. Aún así la situación en mi familia era insostenible, mi padre era jugador compulsivo y por las noches desaparecía para ir al casino, jugar a las cartas o ir a alguna kermesse. En resumen no estaba nunca con nosotros. Mi madre me anotó en Catecismo en el colegio María Auxiliadora para aprender y prepararme para mi Primera Comunión. Y si bien aprendí algo de la Biblia, lo que mas quedó grabado en mi mente fueron las "filminas" de santos como San Sebastián y la aparición de la Virgen de Fátima. También recuerdo la cara de la hermana Martina al leer una Biblia evangélica y decirle que Jehová era Dios. Se puede decir que hice la Primera Comunión sin saber que era lo que representaba. Aunque tanto mi madre como mi padre tampoco sabían. Luego de un accidente jugando al fútbol mi padre se abre al Señor y su vida cambia totalmente. Deja de ser jugador, no fuma, no toma alcohol, pasa mas tiempo con nosotros. Se involucra en nuestro crecimiento y educación. Y comienza una búsqueda espiritual. Lo primero que hace es ir un mes seguido a misa. Pero no se siente a gusto, ni aclara sus dudas el sacerdote del lugar. Luego comienza a visitar un templo evangélico, y allí comienza a formarse espiritualmente. Tanto mi madre como mi hermano y yo desconfiábamos del cambio. Mi madre se encerró en la religión llevándonos constantemente a misa. Pero hubo algo que ocurrió en mi mente ¿Debía hacer la Confirmación de la fe católica para complacer a mi madre por tradición o entregarme a Cristo que era lo que realmente creía debía hacer como lo correcto? Finalmente le plantee la situación a mi madre "¿Me vas a seguir queriendo aunque no haga la Confirmación y me entregue a Cristo?" Ella rompió en llanto y me dijo que siempre iba a ser su hijo. Después de dos meses toda la familia estaba entregada a Cristo. Desde entonces y a la distancia debo decir que muchas cosas que entonces no comprendíamos del rito católico fueron entendidas y rechazadas al oponerse a la Palabra de Dios como el Celibato, la adoración (¿cual es la diferencia con la veneración?) de la Virgen Maria, los Santos, las imágenes y la Transubstanciación.
Hoy seguimos al
Señor de acuerdo a su voluntad.
Gracias a Él hoy tengo una familia, un padre, una madre y un hermano. |
Daniel Sapia - "Conoceréis la Verdad"
Apologética Cristiana - ® desde Junio 2000
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