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Cristo en mi vida por Felipe Rodriguez |
Primero que nada tengo que presentarme, me llamo Felipe Rodríguez, vivo en una pequeña ciudad llamada Tomé en la costa centro-sur de Chile. Vivo con mi mamá, mi abuelo y mi querida Iris (mi nana, pero no me gusta decirle así), como ya se han dado cuenta falta mi papá, gracias a Dios sé que él está por llegar, así lo dijo. Estudio en segundo medio en un liceo de mi ciudad y tengo la edad de 15 años. Nací el 17 de abril del año 1985, en el seno de una familia por tradición católica. Mis padres me inculcaron desde pequeño esta religión, la creencia en Dios, etc. Claro que pocas veces íbamos a misa, recuerdo que era muy chico e iba con mi mamá a misa, me quedaba dormido o me aburría. Rara vez estábamos en la parroquia, pero siempre íbamos una vez al año por lo menos a pagar una manda a San Sebastián en Yumbel, mi madre me decía que era para que el santo intercediera por mi cuidado. Mi abuela por parte materna era bastante de edad, soltera y participaba activamente en un grupo católico en el cual eran muy devotas a María. Mis tías y otros familiares, con excepción de una tía eran católicos, aunque no todos asistían regularmente a misa. Mis padres me inculcaban la semana santa, me enseñaron que no se podía comer carne, hablar fuerte ni decir garabatos en aquellos días. Aunque no participábamos mucho de la misa, teníamos un pensamiento muy católico, a pesar de esto cuando chico fui presentado en una Asamblea de Dios y mis padres se casaron en una Bautista. Mi casa estaba llena de "santitos", vírgenes, "cristos", crucifijos y cuadros religiosos. Además de muchas estampitas y figuritas por el estilo. Al cumplir los 8 años me preguntaron si quería hacer mi primera comunión, no me explicaron mucho lo que era, y yo acepte, porque como buen católico debía cumplir con mis sacramentos. Me inscribí, estuve dos años estudiando el catecismo de la iglesia católica. En ellos me aprendí los rezos como el Ave María, el Credo, etc. Además me dieron en la iglesia uno libro de catequesis por año y tuve que comprar un pequeño libro de bolsillo llamado "Oremus", un Nuevo Testamento y por su parte mi mamá compró un "Misal Bíblico". En catequesis nos enseñaban muchas cosas: los diez mandamientos, la semana santa, la misa, María, los sacramentos, etc. Nunca encontré un verdadero amigo en la catequesis. Iba a misa los domingos, pero nunca encontré una amistad verdadera entre quienes nos hacíamos llamar "hermanos". Conocí lo cínico de la paz de los católicos que se da en las misas. Recuerdo una vez que con unos amigos hicimos espiritismo, yo me vi algo arrepentido, y fui a hablar por primera vez en casi un año de catequesis con el Cura, me dijo que era malo y no debía hacerlo, pero no me dijo una explicación mas profunda, fue corto porque estaba apurado. En los dos años de catequesis nunca tuve una verdadera comunicación con el cura o párroco de mi ciudad, menos con alguna monja o algo por el estilo. Se cumplieron los dos años, pero entes debía bautizarme, porque cuando chico no me bautizaron. La ceremonia fue junto con otros niños, estaba con mis padrinos (que eran evangélicos, pero el cura no sabía). Me hicieron tener una vela en mis manos, después me llamaron junto con mis padres y padrinos, el cura roció agua bendita en mi cabeza, me secó, luego me hizo una cruz en la frente con ceniza "bendita", para terminar con las velas prendidas rezamos. A la otra semana recibí mi primera comunión, pero primero en la mañana tuve que confesarme, estuve el día anterior escribiendo en un papelito mis pecados para que no se me olvidase alguno, fui donde el cura y lo hice arrodillándome (nadie me había dicho que Dios mandaba que solo a él debíamos arrodillarnos), el cura, con el poder que le confiere la "iglesia" me perdonó mis pecados y me mando a decir unos rezos en una rincón de la parroquia. En la tarde nos preguntó el cura si queríamos hacerlo, y todos juntos (como lo habíamos ensayado) dijimos que sí. Yo me lo estaba tomando en serio, pero muchos ese día estaban muertos de la risa y conversando para todos los lados. La parroquia estaba llena, cuando fui a recibir la hostia el cura dijo "en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo" y yo respondí "Amén", me sentí grande, mucho mas porque me estaban sacando fotos personas contratadas para eso y porque todos nos miraban. Después de eso había que orar, el problema era que nadie me había enseñado a orar. En la noche tuvimos en mi casa una fiesta familiar, con trago por supuesto, baile bastante, pero que malo que en esos momentos no sabía que como bailaba, saltaba y levantaba mis manos para el mundo, así debía hacerlo también al Señor. Me sentía un hijo de Dios, un cristiano, un buen hijo de Dios, me creía ganada la salvación y orgulloso de mi iglesia, porque era la más grande, rica, me encantaba esos lujos, esas hermosas figuras, creía que eso era la divinidad, que habitaba Dios y que estaba en la única iglesia de Cristo, pero no sabía los que dice Hechos 17:24 El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas ni lo del versículo 29 Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. Iba casi todos los domingos a misa, trataba de cumplir los mandamientos, y rezaba a Dios, la Virgen y los Santos todos los días. Pero igual seguía siendo el mismo de antes, aun no había nacido de nuevo. Además, después de esto igual me interese por el espiritismo, las cartas, ocultismo, etc, pero creía que estaba bien, que mi iglesia me iba a salvar y que Dios estaba contento conmigo. Apenas conocía las escrituras, pero estaba tranquilo porque mis "santos" y la virgen me protegían, además la manda a San Sebastián supuestamente funcionaba y siempre pagábamos en dinero o en velas (pero no sabía que la Gracia de Dios no se compra con dinero). Así pase varios años de mi vida. Como a los 13 años conocí a los mormones, de los cuales mi mamá estaba bautizada, pero se había alejado. Ellos me lavaron el cerebro, pero gracias a Dios solo duré un mes con ellos, pero casi me bautizan, me enseñaron que primeramente debía bautizarme para ser salvo, siendo que primero debemos aceptar a Cristo. Así pasaron más años de mi vida, pero ya me había alejado del catolicismo romano para no volver nunca. Vino la apostasía a mi vida, aunque creo que siempre estuve en ella. Año 1999, mis padres separados (no legalmente). Verano de 2000, mi madre con depresión, bajo de 70 o más a unos 50 a 60 kilos, postrada en una cama, no quería nada con nadie, no comía, solo lloraba, mi papá no llamaba por teléfono, etc. Yo, a pesar de tener computador, internet, muchos amigos (claro que muchos me defraudaron), buenos vecinos, guitarra (pero no sabía tocar), una que otra enamorada, muchos casettes y cds de rock, y otras cosas, pero no tenía paz, ni felicidad, aparentaba estar alegre, sabérmelas todas, pero en realidad estaba en gran oscuridad, rodeado de tinieblas. Recuerdo que años atrás, cuando era católico, una noche escuchaba música en mi personal estéreo, eran como las 3 de la madrugada y de pronto sintonicé una emisora evangélica. Recuerdo que en esos años para mí eran fanáticos, locos, sectarios, que les lavaban el cerebro, esa minoría que como católico no debía escuchar. Pero sin embargo algo fuera de mí me motivo a escuchar aquella emisora, por primera vez en mi vida escuché a alguien hablándome directamente sin rodeos de Dios, no como esos discursos de cura que me dejaban tal cual había llegado, el hombre de la radio predico, ore junto a él, y una gran paz entró en ese momento, no me convertí, pero tuve mi primer encuentro real con el Señor, aunque no quise llorar, no puede contener mis lágrimas de alegría, encontré algo maravilloso, solo pedí a Dios que me protegiera y que me guiara a su lado. Desde ese momento les tuve mucho respeto a los evangélicos. Volviendo a lo que estaba contando, mi madre en ocasiones iba de invitada a una iglesia evangélica, pero solo para que orasen por ella, aun no comprendía bien que debía hacer. Un día, un hombre rana que conocía a mi mamá, y que además es evangélico tuvo un llamado, ¡GLORIA A DIOS!, habló con su pastor y junto a otros hermanos fueron a hablar con mi mamá, conversaron un poco, oraron por ella y la invitaron a un culto, le mostraron el ÚNICO camino de salvación: JESUS EL CRISTO. Fuimos al culto, ya habíamos ido antes a esa iglesia, porque ahí iba mi madrina. Es misma semana, aun no estábamos convertidos, vinieron a mi casa un matrimonio de pastores de otra congregación, nos dijeron el mensaje de salvación y mediante una larga oración aceptamos a Cristo como nuestro único salvador, fue el momento más cortante de mi vida, sentí una alegría incomparable, una paz celestial, ¡GLORIA A DIOS!. Continuamos asistiendo a la iglesia, cuya denominación prefiero no decir para no gloriar a ninguna denominación, porque no me salvó la iglesia evangélica, o el pastor, sino solo Dios. Fui ciego, me hizo ver Hoy día a los 15 años, llevo siete meses en el camino del Señor. Realmente él me ha bendecido grandemente. Mi padre, aunque no ha vuelto a casa, esta reconciliado con mi madre y ha prometido volver. Yo voy todas las veces que puedo a la iglesia, participo en el ministerio de Alabanza y Adoración, en donde toco guitarra acústica, pero pronto si Dios quiere tendré una electroacústica. Me encuentro muy feliz con mi Señor, ahora con un amigo tenemos una página web cristiana llamada "Alabanza Cristiana", estoy cada día superándome en la guitarra, aprendo de la Biblia, etc, aunque por supuesto soy muy joven y tengo muchas cosas mas que aprender y mejorar, solo ruego al Señor que me mantenga en su camino de vida eterna. Recuerdo que hace tiempo atrás, estaba muy nuevo en los caminos del Señor, entraron dudas en mi vida, estuve un par de semanas así, hasta que una noche rogué al Señor que me iluminara, entonces, en la mañana siguiente antes de despertar, en un sueño se me dijo una cita Biblia: Juan 3:33; desperté inmediatamente, tomé mi Biblia (el Arma Poderosa) y busqué la cita, encontré en esas cortas palabras la respuesta de aliento que me fortaleció grandemente en aquellos momentos, y aún hoy día me reafirma y fortalece. Como joven tengo muchas necesidades y anhelos, pero espero confiado en el Señor, sé que él me ayuda y me guía. Gracias a su misericordia he podido estar donde estoy, mi vida a cambiado, he sido renovado, vuelto ha nacer en Cristo Jesús. El Señor me llamó a un ministerio, de Alabanza y Adoración, pero uno de mis deseos es poder predicar a otros jóvenes el evangelio. Le pido a Dios que me fortalezca cada día, que me guíe por siempre en sus caminos de Vida Eterna. Espero con la ayuda de Dios poder predicar a otros jóvenes el Evangelio de Salvación, el cual nos enseña que solo existe un solo camino para llegar al Señor, un solo mediador entre los Dios y los hombres, un solo evangelio verdadero que es de Cristo, que la salvación es por gracia, y para ser salvo debes aceptar a Jesucristo como tu único salvador, porque él fue el único que dio su vida para que tu fueses salvo. El Señor me ha enseñado que la iglesia no salva, las personas no salvan, el pastor, los hermanos u otra persona viva o muerta de la iglesia no salva, el único en el cual hay salvación es en Jesucristo, quien derramo esa preciosa sangre en el calvario para limpiarnos de nuestros pecados y su sacrificio fue suficiente y una sola vez para siempre. Por tanto debemos aceptar ese bello sacrificio, arrepentirnos de todo corazón de nuestros pecados, dar nuestra vida a Jesús, pero de todo corazón, no solo de palabras y seremos salvos, y como prueba indudable de esto será nuestro cambio de vida, nuestro renacer de nuevo, porque al momentos de convertirnos nacemos de nuevo, somos nuevas criaturas en Cristo Jesús. Creo en Dios, como nuestro padre celestial, creador nuestro y dueño, en realidad faltan palabras para describir lo que es Dios. Creo en Jesucristo quien dio su vida en la cruz para que por su sacrificio fuésemos salvos y pudiéramos dirigirnos directamente a Dios, además creo que él fue resucitado de los muertos y subió al cielo, de la misma manera en que subió al cielo, así será su venida. Creo en el Espíritu Santo, el cual esta con nosotros, descendió a la tierra en el día de Pentecostés y esta aquí hasta la segunda venida de Cristo. Jesucristo es la cabeza de la iglesia y no necesita de representante suyo en la tierra mas que el Espíritu Santo. Podría hablar muchas cosas más, pero creo que esto es suficiente para contar. GRACIAS A DIOS POR TODO LO QUE HA HECHO EN MI. ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA.
Jesucristo "Y en ningún otro
hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo,
"Porque hay un solo
Dios, y un solo
"Respondió Jesús y
dijo: De cierto, de cierto te digo,
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Daniel Sapia - "Conoceréis la Verdad"
Apologética Cristiana - ® desde Junio 2000
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