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por Gloria |
NOVIEMBRE 2000
Soy argentina, nacida en Buenos Aires, tengo 54 años y hace 15 años que vivo en Rio de Janeiro. Tengo dos hijas, una de 22 años y otra de 25 años, que viven en Buenos Aires. ¿Porqué salí de mi país? Creo que no está muy claro para mí. En principio, porque sentía que no podía continuar viviendo bajo la presión de mi ex-marido que vivía haciéndome juicios diversos para sacarme la patria-potestad, alegando que yo no estaba capacitada para criar mis hijas. Tanto hizo, que me ganó por cansancio, y decidí entregar la patria potestad a él, sabiendo, que él no era un buen hombre para mí, pero que sería un buen padre. En segundo lugar ¿porqué Rio de Janeiro?. Esta respuesta pertenece solo a Dios, porque yo no sé.
Soy hija de padre judío y madre atea, habiendo sufrido la discriminación de toda mi familia por parte de mi papá toda la vida, ya que ellos eran, y supongo que todavía son, judíos ortodoxos, que no permitieron nunca el casamiento de mis padres, habiendo llegado al punto de hacer un funeral de 7 días y 7 noches cuando ellos se casaron, como si él hubiera muerto. Lógicamente, mi presencia en este mundo fue absolutamente negada por todos, ya que era fruto de “eso”.
Nunca supe lo que era religión, ni quién era Dios. Nunca escuché a nadie que me hablase de esa parte espiritual. Y así fui creciendo, totalmente apartada de toda espiritualidad.
Pero, para no alejarme de lo que realmente estoy aquí queriendo contar, vuelvo a mis hijas. Después de mi partida, yo volvía 2 o 3 veces por año para encontrarme con ellas, y casi nunca conseguí, pues el papá las llevaba a algún otro lugar para que no me encontraran. Inclusive impidió mi entrada en los colegios en los que ellas estudiaban. Yo volvía cada vez más desesperada, hasta que comencé a ir cada vez menos a Buenos Aires. Pero les escribía casi constantemente, las llamaba por teléfono y él no me permitía hablar con ellas, y así fue pasando el tiempo hasta que la muerte lo alcanzó, hace ya 6 años. Cuando yo supe de esto, siendo mis hijas todavía menores, fui inmediatamente a Buenos Aires para ayudarlas, y allí fue la gota que rebalsó el vaso, pues ellas nada quisieron conmigo. Y volví del mismo modo que fui. Fue solamente entonces, que decidí no volver nunca más, pues para mis ojos naturales, esta situación era irreversible.
Decir en estas líneas lo que sufrí, sería muy difícil, pues no existen palabras que expresen lo que una madre siente al sentirse rechazada por las hijas durante 15 largos años. Pero el Señor Jesús estaba permitiendo que me sucediese todo esto para poder alcanzarme. Y así fue. El me invadió con su amor y protección tan solo 3 ½ años atrás. Y tan solamente entonces comencé a sentir aquella “paz que excede todo entendimiento”. Comencé a orar fervientemente para que Dios no me dejase morir sin recuperar el amor de mis hijas, pero dentro de mí existía cierta duda. Hasta que:
Antes de Navidad de 1999, recibí un llamado de mi hija más chica (Pamela) diciéndome que vendría a Rio de Janeiro a visitarme durante la segunda semana de Enero del 2000. Mi emoción y agradecimiento a Dios fue tanto, que pasé esos casi tres meses preparando mi casa para recibirla, todavía sin creer que nuestro Dios tuviera tanto amor por mí al darme este regalo. Y ella vino, pasó 10 días conmigo que fueron como un sueño. A partir del momento que se fue, quien no quería hablar más conmigo era la más grande (Lara). Yo no sé exactamente porqué, pero hubo como una ruptura mayor a aquella que ya estaba establecida.
Pero quiero decirles, hermanos, que Dios nunca comienza una obra y la deja por la mitad.
Mi hija Pamela, comenzó a escribirme todas las semanas pidiéndome que fuera a Buenos Aires a visitarla. Yo no tenía la menor condición económica de hacer una cosa de esas, pero oré al Señor, y le pedí que si fuese de su voluntad, que me abriera las puertas en el campo económico. Yo sé que en un mes, ya estaba con el pasaje y todo lo que necesitaba, pronta para ir. Y fui el 10 de Septiembre del presente año. Pasé allá 20 días, y Dios me devolvió también a mi hija Lara, con el amor que solamente Èl sabe dar. Ahora las dos, me llaman todas las semanas, y me tratan con todo el cariño que no me dieron durante estos 15 AÑOS.
Que Dios toque en el corazón de las personas que lean este testimonio, porque El sabe el momento justo y nos enseña a ser pacientes y esperar tan solo en El. Su bendición llegará en la hora que estemos preparados para recibirla.
QUE DIOS LOS PROTEJA Y LES GUARDE, EN NOMBRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
JULIO 2001
Queridos hermanos: Pasaron más de 6 meses que escribí el testimonio arriba citado. Hoy estoy completándolo con la continuación de este tremendo milagro de parte de Nuestro Señor Jesús. Ya estoy con 55 años, mis hijas con 23 y 26 respectivamente, y Dios ahí bendiciendo esta unión de una forma que no acaba nunca... Aquella, mi hija Lara, que les conté que no quería ni hablar conmigo, está llegando el próximo día 15 de Agosto 2001, a Río de Janeiro, por la primera vez a visitarme, junto a su marido que tampoco conoce Río. Pasarán acá una semana, que será precedida por la presencia del Señor Jesús, y me llama tres veces por semana, solamente para saber si yo estoy contenta con su visita. Hermanos, esto es demás para mi corazón. Guarden esto todas las mamás que lean este testimonio. Puede a veces, tardar la respuesta de Dios, pero la victoria es segura, pues Él nunca deja una obra por la mitad. Confíen y descansen en Nuestro Salvador, porque solamente Él puede quebrar todas las barreras que el enemigo de nuestras almas quiso colocar en nuestras familias. Estoy segura que en breve, continuaré con este testimonio, contándoles cómo mis hijas conocieron al Señor Jesús y lo aceptaron como único Señor y Salvador. No se olviden nunca, que la oración de un justo puede mucho en sus efectos!!!
QUE DIOS CONTINÚE BENDICIÉNDOLOS EN TODAS LAS ÁREAS DE VUESTRAS VIDAS.
EN NOMBRE DE JESÚS!!!
Gloria
Daniel Sapia - "Conoceréis la Verdad"
Apologética Cristiana - ® desde Junio 2000
http://www.conocereislaverdad.org