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por Marian Pawlas (pastor) He nacido en una familia típica polaca, muy enraizada en las tradiciones de la Iglesia Católica Romana. Éramos seis hermanos. Mi madre y mi abuela eran las que se cuidaban de nosotros y cada domingo nos llevaban a la Iglesia. Mi padre no se preocupaba mucho y nos dejaba a nuestra suerte. Como niño mostraba mucho interés por las cosas de Dios. Había sido bautizado, recibí la confirmación e hice la primera comunión, pero a pesar de todo, mi vida cada día me parecía peor. Durante mi formación secundaria apenas venía a casa. Me sentía libre y mi vida se volvió cada vez más sin Dios. Buscaba llenarme haciendo deporte, con el alcohol y las mujeres. Incluso puse en duda la existencia de Dios, pero, a pesar de todo, iba todos los domingos a la iglesia. En parte por mi madre, en parte porque era costumbre. Todo el mundo en Polonia va a la iglesia el domingo, como consecuencia de la larga tradición católica en nuestro país. En mi pueblo era muy popular. Se me daba bien el fútbol y también organizaba distintas actividades. Después de una noche de juerga entre vino, baile y mujeres al día siguiente me levantaba con una sensación de inseguridad y desesperación. Me preguntaba: ¿qué hago con mi vida?, si Dios existe realmente, ¿qué me espera después de mi muerte? Tenía miedo. En agosto de 1980, un amigo me invitó a un campamento de juventud cristiana. Todas mis otras vacaciones las había pasado haciendo excursiones con otros amigos por Polonia, donde primaba el alcohol y la relación con chicas. Por eso le pregunté a mi amigo, si en ese campamento había también chicas. Al darme una respuesta afirmativa, no tuve inconveniente en acompañarle. Desde el momento de mi llegada tuve la impresión de que aquello era otra cosa. La gente joven se veía contenta sin alcohol, ni otras cosas. Un mediodía, mientras hablábamos de cosas espirituales, me preguntó una de las chicas: "¿Cómo te va?" Mi respuesta fue: "Cuando vuelva de nuevo a casa, mi vida va a cambiar, pero seguiré siendo católico". En otro momento, durante un estudio bíblico, escuché lo que Jesús dijo: "Te es necesario nacer de nuevo". Llevaba ya 23 años en la Iglesia Católica Romana, pero esto nunca lo había oído. Hasta ahora, la gente me decía que era buena mi actitud. Era suficiente con ir los domingos a la iglesia. Ahora descubría que no era suficiente. Durante los días siguientes me venían a la mente las palabras de Jesús: "Es necesario nacer de nuevo". Cuatro días antes de finalizar el campamento me fue dado reconocer a Cristo como mi Salvador y le entregué mi vida a Él. De vuelta a casa en Palowice tuve que aguantar una enorme oposición. Violencia verbal de mi familia (las primeras palabras de mi madre fueron: vete de mi casa), de mis amigos y de otros muchos en el pueblo. Cinco meses después de que hubiese encontrado una nueva vida en Jesús, murió mi madre de cáncer. Todo el pueblo me echó a mí la culpa. Esto había sucedido porque había traicionado la Iglesia Católica. En ese tiempo ya había en Palowice una Iglesia de Cristianos Libres, que era visitada los domingos por unas 25 personas. Antes nunca me había interesado, pero ahora decidí ir a visitar sus reuniones. Muy pronto los hermanos me animaron para ir a predicar el Evangelio. El Señor también me utilizó para su obra entre los jóvenes. Después de algunos años de colaboración con el amigo que me había llevado al campamento de jóvenes cristianos, ya se habían añadido unos veinte nuevos jóvenes cristianos a nuestra iglesia. En ese tiempo tenía un empleo a jornada completa, pero en 1984 me encontraba en situación de poder ir un año a una escuela bíblica. 1985 fue para mí un año muy importante, me casé con Hannah. Ella también llegó a la conversión en un campamento de verano y su situación se parece mucho a la mía. Procedente de una familia muy católica y con mucha oposición a causa de su nueva vida. Incluso tuvo que abandonar su casa, porque su madre no quería vivir bajo el mismo techo con una hereje. Tenemos cuatro hijos, son para nosotros un regalo muy preciado del Señor, pero también una enorme responsabilidad sobre nuestros hombros. Es muy difícil en Polonia crecer como cristiano. Orad por Hannah y por mí para que el Señor nos dé sabiduría para educarlos para Su Reino. Por los problemas económicos de Polonia, entre los años 1986 y 1988, unas veinte personas de nuestra iglesia se han tenido que trasladar al oeste del país. Esto es un problema para el crecimiento de la iglesia. Nuestra casa está siempre abierta para la gente. Ahora tenemos en casa una joven de 18 años, Krysia. Porque ha aceptado su nueva vida en Cristo, sus padres no la quieren en su casa. Ella ha encontrado una nueva familia en Dios. Otras dos personas que se han convertido han tenido que buscar refugio en el local de nuestra iglesia. Antes eran drogodependientes, ahora son libres en Cristo. A pesar de las muchas dificultades económicas y religiosas espero que Dios quiera llamar a mucha gente de sus tradiciones y de sus mentiras a una nueva vida espiritual en Jesucristo. "Porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo" (1 Juan 4:4). Marian Pawlas
Tomado de: En la Calle Recta |
Daniel Sapia - "Conoceréis la Verdad"
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