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"¡ Tengo paz !" por Raúl Ramos |
Contar mi testimonio podría llevarnos unos cuantos folios, o días incluso, pues mi testimonio comienza desde mi nacimiento hasta la actualidad, dentro de unos días, el 12 serán 29 primaveras, joven si, pero con una vida llena de aventuras. Yo nací en el seno de una familia muy pobre, un hogar completamente destrozado a todos los niveles, vivíamos en precariedad, mendigando por las calles de muchas ciudades por las que viajábamos como polizones en los trenes etc., por los comercios, por las aceras con “atavíos y disfraces” para aparentar más pobreza aún o enfermedades, esquivando los coches policiales cuando nos buscaban etc. Yo sufrí graves malos tratos en mi infancia por parte de mis papás, e intentos de asesinato incluso, no quiero ser más macabro en esto, el dolor físico que sufrí es indescriptible, y el Señor ya lo sanó. A los 11 años de edad, un tribunal de justicia, después de muchas denuncias de profesores y vecinos contra mis padres, decidió que yo tenía que abandonar el hogar familiar de forma urgente y me llevaron a otra ciudad no muy lejos de mi ciudad natal. Posteriormente, decidieron de nuevo trasladarme a otra ciudad más lejos, en otro centro de acogida de menores, pero esta vez, acompañado de mis 5 hermanos. Los cuales se merecían un cambio de vida también. En este centro viví algunos de los años más felices de mi vida, rodeado de amor, de paz y comprensión y felicidad. Felicidad que pronto se vio truncada por la llegada de una persona a la cual estimamos grandemente, y que nos ofreció (a un hermano más y a mí) su casa con los brazos abiertos, yo a penas tendría 13 años. Desde esa edad y hasta bien entrada la adolescencia sufrí abusos sexuales por parte de esta persona, que con dinero compraba nuestro silencio y favor. Obviamente mi mente estaba completamente confundida en cuanto a mi condición y existencia. Después de unos años más, ya con 18 o 19 años, decidí abandonar aquella casa y probar “suerte” por mi cuenta. Fue peor todavía, me aprovechaba de la gente, me endeudaba con todo el mundo, me portaba miserablemente con todas las personas que se cruzaban por mi camino. Años después, fije mi residencia en la capital de España, Madrid. Y un día, en el año 2003, mientras yo trabajaba en la plaza más céntrica de la ciudad, como VS en un centro del ayuntamiento, escuché unos cánticos y gritos que llamaron mi atención. Mi vida estaba completamente vacía, mi rumbo desorientado, y de repente al abrir la puerta sentí como una brisa que inundaba mí ser. Visione un grupo de personas alabando a Dios, sonriendo y contando cosas maravillosas de lo que Cristo hacía en sus vidas, no podía esconder mi sonrisa, mi satisfacción por lo que estaba viendo y escuchando. Volví a cerrar la puerta, y el sonido de las canciones y guitarras sonaba incesante en mi mente, volví abrirla y de nuevo… la brisa, y los cánticos, pero esta vez, el evangelista que daba el discurso oportuno, comprendió rápidamente que yo necesitaba ser testificado de las maravillas de Cristo. Y así ocurrió, me hablaron de Cristo, y yo quedé más maravillado aún. Eso sucedió un viernes, el viernes siguiente me correspondía trabajar de nuevo allí, y esperaba con impaciencia que llegaran. Cuando era la hora de que aparecieran, en torno a las 21h, y no los veía, decidí cambiar mi uniforme y salir a buscarlos. Y los encontré al otro lado de la plaza. Y de nuevo sentí esa paz en mi corazón. El evangelista de nuevo envió a una persona para que volviera a testificarme. Pasó como un año y medio hasta que yo entregué mi vida a Cristo, un año en el que algún viernes que otro acudía a aquella plaza, tiempo en el que seguía cometiendo muchos errores, pero un día Cristo me llevó a un extremo en el que lo único que me quedaba era esperanzarme en Él. Desde aquel momento, mi vida dio un giro completo, mi esperanza ya no era el mundo, o las mujeres, o el dinero, mi esperanza es Cristo, ¡Que maravilloso! Me sentí limpio de pecado, libre de ataduras, comprendí que Dios existía y que me amaba, me rodeo con su paz, con una paz incomprensible, me rodeó con su amor, un amor inmerecido, y me dijo que Él cuidaría de mí, me dio promesas y las está cumpliendo. Desde entonces y hasta ahora, siento su amor, y protección todos los días. ¡Tengo paz! Mi papá biológico falleció hace muchos años, pero mi mamá sigue viva, y Cristo restauró por completo nuestra relación familiar. Aunque ahora estoy felizmente casado y con una preciosa niña. Mi mamá forma parte de nuestra vida y nos visitamos siempre que podemos y nos comunicamos constantemente por teléfono al igual que el resto de mis hermanos, los cuales todavía no conocen a Cristo, pero sé que pronto sucederá el gran milagro. Actualmente, asisto a una iglesia evangélica pentecostal, donde soy ministro de alabanza, codirijo una célula de crecimiento, colaboro en una ONG cristiana, y participo de otros proyectos cristianos, a demás de estudiar teología y asisto los viernes (no todos los que me gustaría) a cantar a y gritar a en DO MAYOR las maravillas de Cristo en la Plaza Mayor los viernes, con el mismo grupo. Siéntanme como su hermano, escríbanme a [email protected] Con amor en Cristo, Raúl Ramos. |
Daniel Sapia - "Conoceréis la Verdad"
Apologética Cristiana - ® desde junio 2000
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